Por más que podamos encontrarle una lógica, lo cierto es que no pueden ser muchos los que hayan quedado contentos con 0,03% que ganó el Dow -cerró en 12.490,78 puntos- y muchos menos los que se alegraron de 0,11% que perdió el S&P 500.
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Si bien un par de horas antes del cierre el Promedio Industrial alcanzó a ganar 0,44% y la terna compuesta por Hewlett-Packard, IBM e Intel (a la que casi podríamos agregar Caterpillar) alcanzó a ganar más de 1% para cada uno de sus integrantes, el comentario de algún analista sugiriendo que "fue más divertido mirar cómo se derretía un pedazo de hielo, que lo que sucedía en el mercado" resulta bastante acertado.
Es posible que en las próximas horas el arribo de nuevos balances (esta semana un cuarto de los integrantes del S&P500 difundirán sus estados contables) o la reunión que celebrara el Comité Abierto de la Reserva Federal (mañana darán a conocer sus conclusiones, pero la verdad es que se espera que no hagan nada sorprendente -así que mucho cuidado por este lado-) inyecten algo de "emoción" al mercado, pero lo cierto es que nada está cantado.
Aunque en realidad sí. Al momento de hacer proyecciones, lo más seguro parece ser pensar que el precio del petróleo continuará causando desasosiego entre los que juegan en este mercado, como demuestra el desplome de 2,5% que tuvo el barril de crudo al cerrar en u$s 55,01 por barril.
Tal vez cueste percibirlo, pero de a poco algo ha ido cambiando en el mercado. Por lo pronto de una apuesta mayoritaria a que en el mediano plazo la Fed recortaría el costo del dinero pasamos ayer (de manera efectiva, ya que la tasa implícita en los futuros de tasas de interesa sí lo sugieren) a otra en la que los dineros están a favor de un comportamiento neutro o incluso de al menos un incremento de aquí a junio. Es evidente que el dinero que unos pierden otros lo ganan. El problema es que cuesta saber quiénes son.
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