¿Perderá la Argentina tren de los biocombustibles?
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En medio, hasta los fundamentalistas se mueven con cierta cautela. En la Argentina, por caso, consideran que será imposible luchar contra esta ola mundial. En ese caso, sería absurdo oponerse a las inversiones para elaborar biocombustibles, pues entonces la demanda internacional se llevaría los granos locales para darles valor agregado en otros países. Demasiada pérdida. El caso local merece, además, otras lecturas.
Es que si bien ya hay alrededor de una docena de grandes plantas en marcha (y cerca de 50 pequeñas) mayoritariamente en los alrededores de Rosario, en todos los casos se trata de capitales locales (Eurnekian, AGD, Vicentín), o grupos internacionales que ya trabajan en la Argentina (Dreyfus, Molinos, Glencore, Bunge).
En ningún caso aparecieron aún grandes capitales del exterior, como sí ya ocurrió en la India o en Brasil, especialmente tras el acuerdo entre los presidentes Lula y Bush de marzo (por caso, Soros anunció ayer una inversión de casi u$s 1.000 millones y 150.000 hectáreas para agricultura en el principal socio del Mercosur). Es que, si bien, y por ley, para 2010 la Argentina deberá utilizar, por lo menos, 800.000 toneladas de biodiésel y bioetanol, la historia reciente de escaso respeto a algunas normas alienta no pocas dudas.
A su vez, las grandes inversiones se orientan mayoritariamente hacia la exportación y, en este sentido, casi nadie se anima a rubricar que, para cuando llegue ese momento, no vaya a haber una suba de retenciones o un cierre de las ventas al exterior, como ya ocurrió con otros rubros y productos. Naturalmente, para una inversión que, en general, ronda los u$s 30 millones por planta, estos elementos pesan y, hasta ahora, no ayudaron para atraer este tipo de capitales, aun con las ventajas productivas que tiene la Argentina.
Sin embargo, para los que ya están en el país, el caso es algo distinto, especialmente para los capitales que conforman el poderoso y estratégico «grupo aceitero» que es, además, el sector que justifica las mayores inversiones y el mayor monto de ingreso de divisas anuales que tiene el país.
Ahora, con la inversión adicional que les significa anexar la parte de producción de combustibles a las plantas de aceites, naturalmente consolidarían sustancialmente esta posición. Sin embargo, la acción de este sector parece que no alcanzará para que la Argentina se ubique entre los primeros países en esta materia, a pesar de sus ventajas. ¿Se va a volver a perder el tren?
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