La presión tributaria argentina sigue aumentando y alcanzó en 2006 a 27% del Producto Bruto Interno. Así, por cada $ 100 de valor agregado generados por la economía el año pasado, casi $ 23 se destinaron a las arcas del gobierno nacional y $ 4 fueron a las provincias. Además, según indica un informe de la Fundación Mediterránea, se espera que en 2007 la tendencia creciente que experimenta la recaudación en términos del PBI desde 1993 continúe. A esto contribuirá la última reforma previsional con el traspaso hasta ahora de los aportes de más de 550.000 trabajadores al sistema público de reparto.
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De esta manera, en los últimos cinco años los recursos tributarios de la Nación crecieron cerca de 220%, mientras que los de la provincias aumentaron 177%. Es de resaltar que de no contabilizar el impuesto a los créditos y débitos bancarios (IDCB) y las retenciones, el incremento de la recaudación nacional habría sido de 182%. Esta diferencia es importante ya que de los nuevos tributos no se coparticipan prácticamente por lo que las provincias quedan sujetas a la discrecionalidad del gobierno nacional en su posibilidad de recibir fondos por vías no automáticas o a través del gasto público en sus jurisdicciones.
Un reclamo habitual que se hace a la estructura tributaria argentina es su característica regresiva, alegando que los sectores de menores ingresos son los que soportan una mayor carga, al ser el IVA el principal componente de la recaudación nacional. Sin embargo, tal como señala el documento elaborado por la fundación dirigida por Nadin Argañaraz, si se compara la participación de los distintos impuestos en el total en 2005 y en 1998 (años de similar nivel de actividad económica), se advierte que el IVA pasó de significar 39% a 29% de la recaudación. De manera inversa, el Impuesto a las Ganancias incrementó su incidencia al pasar de 18% a 23%, explicado en parte por el hecho de no estar permitido el ajuste por inflación.
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