Salvo en la última hora de operaciones, la rueda de ayer fue francamente pobre en cuanto a la actividad demostrada por los inversores. Afortunadamente (para los alcistas), esos sesenta minutos finales fueron hacia arriba, lo que permitió que, aun cuando la cantidad de cotizantes en suba y la de los que estaban en baja era muy similar, los tres grandes indicadores del mercado remontaran desde los mínimos del día para quedar apenas unos puntos debajo de sus respectivos máximos. De todas formas, el resultado no dio para festejar demasiado ya que las Blue Chips apenas si ganaron 0,28 por ciento (al cerrar en 10.804,51 puntos), en tanto lo mejor pasó por el S&P 500, que cerró con una mejora de 0,56 por ciento (frente a 0,46 por ciento que repuntó el NASDAQ), impulsado por las empresas de biotecnología; todo esto matizado con relativamente escasos 1.400 millones de acciones negociadas en el mercado tradicional y 1.700 millones en el electrónico.
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Lo curioso es que desde temprano, con el oro, el petróleo y las tasas en baja mientras el dólar iba ganando algo de terreno frente al yen y al euro, parecía que las cartas estaban echadas para una suba que no se presentaba y que se dio recién cuando el precio del crudo comenzó a desafiar el pedido de los sauditas de incrementar la producción de petróleo en el seno de la OPEC, recuperando algo más que lo perdido por la mañana (mientras la tasa a 10 años cayó a 4,51 por ciento anual, el dólar subió a 104,93 yenes y u$s 1,3369 por euro, en tanto el oro negro trepó a u$s 54,95 por barril).
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