11 de septiembre 2001 - 00:00

Todavía hoy se podría resistir otro tequila

Todavía hoy se podría resistir otro tequila
Antes del efecto tequila, cada vez que se incrementaba la incertidumbre sobre nuestro país, los argentinos y extranjeros vendían todos los activos locales y sacaban su dinero de los bancos para enviarlos al exterior. Sin embargo, a partir de la reestructuración del sistema financiero que se produjo luego de este shock externo, el accionar de los ahorristas se modificó. Cada vez que la percepción de riesgo-país aumentaba, se vendían todos los activos argentinos volátiles (acciones y bonos) y se colocaba gran parte de estos recursos en el sistema financiero argentino. Por lo que los depósitos totales, lejos de mermar, se incrementaban, aunque los que crecían fuertemente eran los de dólares mientras los nominados en moneda local bajaban, debido al mayor riesgo cambiario.

Al contrario, cuando venían períodos de calma, las imposiciones tendían a amesetarse o a disminuir levemente. Esto indicaba que los inversores estaban sacando sus ahorros del sistema financiero para comprar activos más volátiles y aprovechar la suba de sus precios por la merma de la incertidumbre. De hecho, se notaba una tendencia al aumento de los depósitos en pesos del sistema debido a la menor incertidumbre. Luego, una vez reacomodada la cartera de inversiones, volvían a subir.

La actitud comentada demuestra que el sistema financiero argentino es percibido como una alternativa confiable para preservar los ahorros en momentos de crisis
. Esto es lógico, ya que durante la gestión de Roque Fernández y Pedro Pou se tomaron medidas para que tuviera un alto nivel de solvencia y de liquidez para garantizar una exitosa respuesta a una corrida bancaria.

Credibilidad diluida

Las cosas cambiaron con la crisis política de octubre de 2000, cuando renuncia el vicepresidente Carlos Alvarez. La credibilidad sobre la capacidad de gestión del gobierno se diluyó completamente y, con ella, el crédito de la Argentina. Por lo tanto, empezó a evaluarse seriamente la posibilidad de que el país entrara en cesación de pagos. A partir de allí, los incrementos de incertidumbre generaron salidas de depósitos totales. La caída alcanza desde entonces a alrededor de 15% de las imposiciones totales.

Debe recordarse que, con el efecto tequila, la merma alcanzó 18%
. O sea que el sistema financiero viene sobrellevando sin grandes inconvenientes una salida de depósitos similar desde la crisis política del año pasado y una particular-mente brusca ($-u$s 9.500 millones) desde principios de julio. Esto señala dos cosas. La prime-ra es que el trabajo realizado en los últimos años para consolidar el sistema financiero fue exitoso, y la segunda, que los ahorristas tenían razón en confiar en los bancos.

Sin embargo, ahora están retirando los depósitos pero lo hacen fundamentalmente porque tienen memoria. En otros momentos en los que el Estado estuvo necesitado de fondos se apropió de los depósitos que estaban en los bancos (plan BONEX'89) y tuvieron dudas de que esto volviera a ocurrir ahora que estaba al borde de la cesación de pagos. Por lo tanto, sacaron sus imposiciones para mandarlas al extranjero o ponerlas en cajas de seguridad.

Hace alrededor de un mes, empezamos a proponer entre los funcionarios y los legisladores la posibilidad de aprobar una ley que les garantizara a los depositantes que sus ahorros no serían confiscados. Algunos nos recordaban que estos derechos estaban preservados por el Código Civil y nosotros les recordábamos que el Dr. Vélez Sars-field lo había escrito antes de 1989. Pero la mayoría acogió la idea y otros dijeron estar ya trabajando en ese sentido. Pronto hubo multitud de proyectos de todos los partidos que buscaban tranquilizar a los que tenían su dinero en los bancos.

El miércoles 29 de agosto, en la Cámara de Senadores se sancionó definitivamente la norma salida de la de Diputados. El trámite en ambas legislaturas fue muy rápido y la aprobación fue por unanimidad y sin necesidad de debate, aun cuando la norma es muy severa en sus prohibiciones al Estado.
Esto implica una señal muy fuerte para los depositantes, ya que para poderles confiscar o congelar sus depósitos habría que cambiar la mayoría de los votos del total de legisladores para lograr una derogación de dicha ley. Si se tiene en cuenta el alto costo político que implica sacarle sus ahorros a la gente, esa tarea no parece que vaya a ser muy sencilla, por lo que los depositantes pueden estar tranquilos.

Otra cosa que debería calmar a los ahorristas es la disponibilidad de liquidez del sistema financiero. En estos momentos, los bancos están en condiciones de enfrentar exitosamente, aunque con algún esfuerzo, una nueva salida de depósitos equivalente a la ocurrida hasta ahora desde la crisis de octubre de 2000. Esto realmente demuestra que sigue teniendo una gran fortaleza. Si a esto se agregan los u$s 4 o 5.000 millones de refuerzo de la capacidad del Banco Central de asistir con liquidez a los bancos que ha concedido el FMI, no cabe dudas que podríamos resistir cómodamente un nuevo tequila.

Es importante que esta realidad se conozca, ya que la confianza en el sistema financiero fue lo que permitió morigerar el impacto económico de las sucesivas crisis vividas desde el tercer trimestre de 1998. Parte de los fondos, que de otra forma hubieran ido a buscar refugio en el exterior, lo hicieron en los bancos y esto disminuyó la pérdida de financiamiento de la economía argentina. No es casualidad que desde el cuarto trimestre de 2000 haya salida neta de capitales privados y que desde principios de este año seamos exportadores netos de recursos, aun incluyendo al sector público

Es cierto que la solidez actual del sistema financiero y la intangibilidad de los depósitos no resuelven todos los problemas ni los factores que generan incertidumbre entre los ahorristas. Sin embargo, ahora pueden tachar uno de la lista y focalizarse en ver si el gobierno es capaz de resolver los que restan.

Dejá tu comentario

Te puede interesar