La sensación que predominaba el martes a la tarde era que los buenos números de Alcoa bastarían para impulsar al mercado. Sin embargo, ayer este papel terminó perdiendo 1,3%. Podríamos culpar al hecho de que, a pesar de ser superiores a las estimaciones, de todas formas, la empresa ganó menos que el año pasado, pero esto parece ser hilar demasiado fino. La otra línea argumental para explicar por qué ayer el Dow perdió 0,73% cerrando en 9.156,21 puntos pasa por Altria, empresa a la que los más veteranos seguimos refiriéndonos como Philip Morris. A pesar del cambio de nombre en busca de una mejor imagen, los problemas de la tabacalera siguen ahí. El papel perdió casi 6 por ciento con los rumores de que la corte de apelaciones de Illinois no daría curso a la reducción de la multa de u$s 12.500 millones que dispuso un juez de primera instancia. Tampoco cayó nada bien entre los inversores el anuncio de que Miscrosoft distribuirá acciones entre sus empleados, lo que aleja la idea del esperado "dividendo extraordinario". Pero una baja general del mercado, como la que tuvimos ayer, no se arma ni con una ni con dos o tres empresas, sino con la decisión de miles de inversores. El S&P, a pesar de perder 0,56%, se mantuvo sobre la mítica línea de los 1.000 y que el volumen negociado siguió siendo "alto". Deberíamos decir que nada fundamental cambió ayer y que, si 48 horas antes teníamos un panorama alcista, deberíamos de seguir teniéndolo. Lamentablemente, algo cambió, aunque tal vez sea demasiado pronto para que este mercado, que se mueve por su propio peso y sin prestar demasiada atención a lo que ocurre en "el mundo real" , lo tome ya mismo en cuenta: el Ejecutivo reconoció que aportó datos falsos en sus argumentos para la nueva guerra del Golfo.
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