Argentina habilitará en días el cuarto tramo del swap con China con lo que podrá disponer de otros u$s1.000 millones de los u$s5.000 millones negociados con el Banco del Pueblo de China a fines de 2022. Con esto, el Banco Central de la República Argentina cubrirá gran parte de la salida de divisas acumulada desde marzo (unos u$s1.200 millones) y sumará cierta tranquilidad técnica al panorama cambiario general.
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En días, se activará el cuarto tramo que permitirá al BCRA tener otros u$s1.000 millones de libre disponibilidad. Sirve para hacer política cambiaria. El comercio bilateral en yuanes.
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Según se destacaba por estas horas en el Ministerio de Economía, lo importante del movimiento es que el dinero que se deposite tendrá la característica de "libre disponibilidad" lo que le da un valor agregado extra a la operación. Lo mismo pasará en abril, cuando se habiliten otros u$s1.000 millones, completando el programa negociado con China; el que podría tener una segunda ronda dependiendo de las condicionalidades bilaterales. Este dinero, hasta que se habilite el giro proveniente del Fondo Monetario Internacional, será la principal arma que el Palacio de Hacienda tendrá para ejecutar política financiera y cambiaria, a la espera de los cambios de vientos en cuanto a la liquidación de divisas de exportadores, lo que debería comenzar a verificarse a fines de mayo.
Para esa época, además se intentará negociar una ampliación del swap, algo que quedó hablado entre el presidente argentino y su colega chino. Esto explica dos capítulos importantes del swap. El primero es que efectivamente el país pudo contabilizar unos u$s5.000 millones como parte de las reservas existentes y de libre disponibilidad. Pero además que efectivamente la operatoria se pudo ejecutar hasta acá con las conveniencias prometidas de China para Argentina. Esto es, un incremento mensual del dinero, calculado al 15 de noviembre de 2022 (día de la firma del nuevo acuerdo con el Central de China) en unos u$s18.000 millones. El original había llegado a unos u$s21.000 millones, pero la caída en la cotización del yuan en los últimos dos meses le hizo perder al BCRA unos u$s2.000 millones. Lo mismo ocurriría, pero al revés, si la moneda china se revalorizara.
En principio, pero no excluyente, los dólares son utilizados exclusivamente para empresas que participan del mosaico de importaciones o exportaciones con el país oriental. Con un listado confeccionado por el Ministerio de Economía y el BCRA, con prioridad para las compañías locales y multinacionales que firmaron el acuerdo de Precios Justos. También podrían disponer de esos dólares industrias como la automotriz, petroquímica y laboratorios, además de agroquímicos y fertilizantes para garantizar la campaña sojera. Obviamente, de empresas chinas.
La intención del gobierno nacional es que la activación vaya siguiendo el ritmo de cobertura del déficit comercial entre Argentina y China, un desequilibrio que en 2022 alcanzó aproximadamente los u$s8.000 millones. El swap incluso podría ampliarse en otros u$s3.000 millones más. Se negociará cuando se termine de utilizar el dinero que se pactó en Bali durante la cumbre del G20.
Como el swap está nominado en dólares, pero representa yuanes, cada vez que se concrete una operación de compra y venta de importaciones o exportaciones de bienes y servicios entre los dos mercados, las reservas vinculadas al acuerdo con China se podrían contabilizar como convertibles y así ir ingresando dólares líquidos.
Como casi todos los acuerdos monetarios a los que llega el país, la habilitación de este instrumento también es polémica. Un “swap” es un mecanismo por el cual Argentina y China se comprometen a habilitar eventualmente el cambio de divisas, sin la intervención de terceras monedas; en este caso, el dólar.
El aporte de capital lo hace el Banco Central de China, bajo la certeza de que los yuanes originales serán eventualmente utilizados. Mientras tanto, hasta que se ejecute el cambio, quedan como libre disponibilidad del depositante: el BCRA.
La idea de China fue otorgar este dinero en cuotas, como garantía para el intercambio financiero entre los dos países para la construcción de las grandes obras de infraestructura en el país, comprometidas con el país asiático; fundamentalmente las represas Cepernic- Kirchner (ex Condor Cliff- La Barrancosa); un proyecto que en algún momento el gobierno de Mauricio Macri prometió clausurar pero que, precisamente por la vigencia del “swap” decidió mantener.
Historia del swap
El primer acuerdo de este tipo fue firmado en 2009 durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el récord del 15% del PBI. En total el acuerdo cerrado fue por unos u$s10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo.
Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir uno del otro y que luego deberían ser repagados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios. Se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral.
O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominadas en la moneda norteamericana. Sin embargo, con el tiempo, el instrumento comenzó a desdibujarse.
El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kiciloff en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos u$s3.800 millones, transferidos en el último trimestre de ese año.
La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner, que la constructora china Gezhouba Group había ganado en licitación, en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería, de Gerardo Ferreyra.
El acuerdo total fue por unos u$s11.000 millones, en liquidaciones sucesivas dependientes del avance de las obras. Durante el primer semestre de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos u$s3.700 millones, completando hasta ese momento un total de u$s6.500 millones.
El dinero proveniente de China había llegado en un momento justo para apoyar los últimos tramos del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando la falta de dólares y el ostracismo en los mercados internacionales ya era preocupante. Las reservas rondaban los u$s30.000 millones, y las posibilidades de la Argentina de recurrir a los mercados financieros internacionales a tasas razonables eran nulas.
El acuerdo de renovación del “swap” con China, llegó en un momento ideal para poder sostener las reservas y hacer frente a eventuales corridas antes del final del Gobierno kirchnerista. Para finales de 2014, unos u$s3.000 millones del acuerdo ya se habían utilizado. De hecho, unos u$s2.000 millones provenientes de este financiamiento, se utilizaron para cancelar el pago final del Boden 2015. Llegó entonces el cambio de gobierno, y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa aún llamada Cepernic- Kirchner. La primera y pública decisión del Gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo.
Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que, de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto. Fue así que se “renegociaron” las condiciones del “swap”; la obra volvió a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff-La Barrancosa), y el “swap” se reactivaría.
Se renovó el mecanismo por unos u$s11.000 millones, con una vigencia de tres años más, con lo que las reservas en yuanes llegaron a unos u$s8.000 millones.
Más adelante en el tiempo volvió a negociarse, ya con Luis Caputo al frente del BCRA, con un nuevo desembolso sucesivo por unos u$s10.000 millones, dinero que pasó a reforzar las reservas del BCRA.
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