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Adriana Varela: "La híper derecha ya está en la región y las consecuencias son muy fuertes"
La cantante editó “Avellaneda”, un disco en el que vuelve a su latido primario en el rock. Su infancia rebelde, la relación con Charly y Spinetta y el valor de su éxito internacional.
¿Cómo recordás tu primer acercamiento al rock?
A.V.: Una vez, cenando con mis viejos, pasaron "There's a place" y "Misery", de Los Beatles. Tenía 11 años y me obsesioné mal. Era mala alumna. Estaba confundida, ansiosa y no me concentraba. Ya en la adolescencia la música era una necesidad imperiosa. Una conexión. Nos poníamos capelinas sport, pestañas postizas y nos pintábamos como puertas. Éramos unas arañitas que iban a ver chabones tremendos como Sui Generis.
¿Por qué elegiste "Total interferencia", de Charly?
A.V.: Porque es él... Es él el que tiene manos de marfil y teclados de Taiwán. "Estamos como el amor / que se echa a perder / Violamos todo lo que amamos / para vivir...". Es fantástico. Hace poco me lo encontré en la sala de espera de un médico, nos abrazamos y me olvidé de decirle que había hecho la canción. Es que siempre que nos vemos hablamos de cine, de Barry Lyndon. Tenemos el mismo patrón estético.
¿En esa casa de la infancia había libros?
A.V.: ¡Sí!... Los libros fueron grandes acompañantes de mi adolescencia y mi juventud. Curtíamos libros. No te olvides que mí generación estaba ávida de información. Yo me enganchaba con "Farenheit 451", con "Drácula", de Bram Stoker. Mi mamá estaba preocupadísima. Pensaba: ´¿Por qué no miran Mickey Mouse?´.
El disco tiene algo de esa oscuridad...
A.V.: "¿Qué te pasa lobo?", de Hugo Midón, es un tema de niños que lo estrenó después de la dictadura y era para los milicos. Es un tema que hoy está vigente y por eso quise incluirlo.
¿A qué te referís?
A. V.: A que son tiempos muy amargos. Estoy muy dolida y preocupada. Hay ciertas cosas que me remiten a esa época y no me gusta nada. Bolsonaro es una piedra. Es la vuelta del Plan Cóndor. La híper derecha ya está en Latinoamérica y las consecuencias son muy fuertes. Se me estruja el corazón al ver que la gente se muere de hambre de manera literal...
¿Era una casa donde también estaba presente la política?
A. V.: Mi abuelo era peronista. Laburaba en La Blanca y La Negra, un frigorífico en el que había una conciencia social impresionante. Eva Perón quería que sea intendente de Avellaneda, pero mi abuela le dijo que si se metía en política se separaba.
¿Y tu viejo?
A.V.: Era antiperonista, socialista. Pero muy piola. Mi vieja, docente y peronista. Ella laburaba en la Isla Maciel y a veces volvía a casa con sarna. Pero era feliz.
Volvamos a la música. ¿Por qué empezaste por el tango si tu esencia era el rock?
A.V.: En el 90 me fui al tango porque el rock se subió al establishment y se vistió de dorado. Me quedé huérfana de esa cosa despojada, contestataria y vanguardista.
¿Y hoy cuál es la ligazón entre el tango y el rock?
A.V.: El rock es el sonido de los jóvenes. El tango es como el bues: orillero y portuario. Con la búsqueda de la identidad a la cabeza. Y los pibes cuando se encuentran con el lunfardo, se mueren. La ligazón está en la búsqueda de la buena poesía. Nadie se le acerca a Manzi o a Cadícamo. Los tangueros eran más heavys que los rockeros. Pero también más delicados.
¿Qué te pasa cuando pensás en Cadícamo o Goyeneche?
A.V.: Extraño un concepto de la vida. Una mirada diferente. Más real. Porque los tipos eran de carne y hueso. Ahora somos de carne y hueso, pero no somos de verdad. Había un afecto incondicional. El Polaco me adoraba, y yo lo endiosaba.
¿Sos nostálgica?
A.V.: Extraño, pero no me melancolizo. Desde que se fueron el Flaco, Prince, Bowie, Michael Jackson... es difícil. A veces pienso que Quincy Jones me convocó para el Concierto de las Américas, y es una locura. El año pasado me fui a España y llené el Teatro Real. Pero me hago cargo. En Europa tengo un recorrido importante. Lo digo para escucharme y creérmelo.
¿Te cuesta creer tu éxito?
A.V.: Me olvido. Yo vivo a la tana, con la gente que quiero, cerca. Tengo muchas razones para no acordarme de Adriana Varela.
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