San Sebastián - Alto, macizo, coloradote, Arnold Schwarzenegger fue la figura del día de ayer en San Sebastián. Para decepción de sus seguidores no vino en plan Terminator, sino en su papel de ex gobernador preocupado por el medio ambiente. Lo acompañaba, entre otros, el documentalista Jean-Michel Cousteau, hijo del recordado navegante Yves Cousteau.
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La película que ambos trajeron es una maravilla: "Wonders of the Sea 3D", filmada a lo largo de tres años en las aguas del Mediterráneo, las islas Fidji, las Bahamas y otros lugares distantes del Riachuelo. "Gracias a la tecnología, hoy podemos mostrar bellezas submarinas que antes quedaban ocultas a la cámara", explicó Cousteau, que lleva más de 70 años buceando (tiene 79) y acompañó a su padre no solo en el mar sino también en las visitas a los despachos oficiales. "Mi padre hablaba con todos los gobiernos, y les alertaba: 'Si no hacen lo que deben hacer, en pocos años será tarde'. Todos, de un modo u otro, dependemos de la salud de los océanos". ¿Alguien lo escuchó? "Conté 52 países que contaminan las aguas a conciencia. El presidente Bush estaba en el negocio petrolero, y eso lo dice todo. Obama vio nuestro trabajo y cuadriplicó la protección de ciertas áreas. Nosotros insistimos: sean del partido que sean, todos tienen un corazón y deben pensar en el futuro de sus hijos".
Por su parte Schwarzenegger, productor y narrador de "Wonders...", habló como un verdadero político, sintetizando su labor al respecto: "Durante mi gobernación aprobamos varias leyes de protección de la costa y control de los combustibles fósiles. Todos nos dijeron que la economía iba a colapsar, pero 10 años más tarde California sigue creciendo más que el resto de los EEUU. Creo que hemos demostrado que podemos tomar una dirección más verde, y si los demás políticos y la Casa Blanca fueran inteligentes nos copiarían, porque hemos hecho lo correcto". Y agregó unas cifras más apocalípticas que cualquier film de aventuras posnucleares: "Más de 7 millones de personas mueren anualmente por la contaminación, algo así como 19.000 por día. Eso es más que los accidentes de tránsito, los suicidios, los crímenes, las guerras y el cáncer, todo junto".
Por ahí una periodista suspicaz le preguntó en forma capciosa "¿Desde cuándo es ecologista? ¿Un día vio la luz como San Pablo y se dijo 'vamos a aprovechar la fama para una buena causa'?". Inmutable, el hombre elogió la pregunta y recordó: "Me crié en Austria, un país que siempre protegió sus aguas, sus bosques, el aire puro. Siempre tuve conciencia, y cuando llegué a gobernador vi que estaba en el lugar adecuado para hacer algo, porque la pregunta diaria que uno debe hacerse no es qué hace el gobierno sino qué hago yo. ¿Qué haces tú?" También la última pregunta fue capciosa, y ajena al tema: "¿Qué opina del reciente triunfo neonazi en Alemania?". Respuesta inmediata: "No me implico en la política de otros países, porque diga lo que diga se convertirá en titulares. Prefiero repetir lo que siempre dice Cousteau: `Proteges lo que amas'. Amen el mar como nosotros".
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