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Bahréin cierra el puño contra las protestas
La calma volvió a Manama a partir de las 16 hora local, al comienzo del toque de queda que afecta tan sólo a algunas zonas de la capital, tras una mañana de protestas que desembocaron en disturbios.
Las calles aparecían prácticamente desiertas, aunque todavía podía escucharse el sonido de disparos.
Esta tranquilidad contrastaba con los altercados de unas horas antes, desencadenados por el contundente operativo de las fuerzas policiales para aplastar una manifestación de la oposición en el centro de la capital que dejó al menos seis muertos y decenas de heridos, según fuentes médicas.
El Ministerio del Interior bahreiní afirmó en un comunicado que dos policías murieron el martes al ser atacados por manifestantes, que se suman a otros agentes fallecidos ayer.
La operación policial, apoyada por tanques del Ejército y helicópteros, tuvo como objetivo principal la rotonda Lulu (perla, en árabe), epicentro de las protestas y donde estaban acampados desde hace semanas unos quinientos manifestantes de la oposición.
Poco después, la agencia de noticias estatal bahreiní, BNA, publicaba un comunicado de las Fuerzas de Defensa, en el que se anunciaba la imposición a partir de ayer «y hasta nuevo aviso» del toque de queda en algunas áreas de la capital de este pequeño reino del Golfo Pérsico.
Uno de esos puntos es la rotonda Lulu, que primero estuvo ocupada por activistas de la oposición, luego tomada por el Ejército y después volvió a ser el principal lugar de las protestas políticas.
Además, las autoridades prohibieron las manifestaciones o marchas en este país, de 760 kilómetros cuadrados y tan sólo un millón de habitantes, con el fin de «devolver la normalidad» a las calles de la capital y las principales ciudades.
Las medidas de excepción coincidieron con un fuerte despliegue de fuerzas militares y policiales en esta capital y la instalación de retenes para vigilar el cumplimiento del toque de queda. Barack Obama expresó su preocupación a Bahréin por la dureza de la represión. La propagación de las recientes revueltas en varios países árabes a las monarquías petroleras preocupa a Occidente. Esto explica el ingreso de tropas sauditas en auxilio del régimen local, calificado ayer como un mal paso por la canciller Hillary Clinton.
Durante la jornada de ayer, las escuelas permanecieron cerradas y suspendió sus operaciones el mercado bursátil local.
Por otro lado, el ministro de Salud, Nizar al Baharna, presentó su dimisión y el de Vivienda, Mayid el Alaui, anunció «la suspensión de su participación en el Gobierno» por la violencia contra los manifestantes, informaron medios de comunicación bahreiníes.
Ambos ministros son de credo chiita, al igual que doce jueces que también presentaron su renuncia.
La oposición de Bahréin, un país con mayoría chiita gobernado por una minoría sunita, está exigiendo la instauración de una monarquía parlamentaria, con una nueva Constitución.
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