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“Con ‘Macbeth’, Verdi se adelantó a su tiempo”
• DIÁLOGO CON STEFANO RANZANI, QUE DESDE MAÑANA DIRIGIRÁ ESTA ÓPERA EN ELTEATRO COLÓN
El director de orquesta italiano tendrá a su cargo la concertación de la décima ópera de Verdi, que se verá con una puesta en escena de Marcelo Lombardero y Fabián Veloz como uno de los protagonistas.
Periodista: Verdi decía que ésta era su ópera más amada, y sin embargo no ha tenido la fortuna de otras. ¿A qué se debe esto?
Stefano Ranzani: El motivo principal es que existen dos versiones. La primera, de 1847, tuvo un cierto éxito. Después Verdi la adaptó al teatro francés, quitó algunas partes y agregó otras. Una de las más importantes que quitó es la muerte de Macbeth, que es reemplazada por este final grandioso con el coro que canta "¡Victoria, victoria!". Lo que hacemos aquí es seguir la segunda versión, porque si un compositor cambia una obra quiere decir que cambió de idea. Pero esta aria es muy importante. Es decir que a la historia, cuando se hizo la segunda versión, le faltaba un pedacito. Puede ser que el público no haya apreciado esta obra hasta que la interpretó Callas, y así volvió al gusto popular italiano.
P.: Debe haber otros motivos...
S.R.: Es su décima ópera y está escrita con números cerrados, pero la idea verdiana es de la continuidad que encontrará en otras obras posteriores, una forma de escribir no wagneriana pero tampoco ya belcantista. Tal vez los cantantes del pasado la cantaban como si fuera Donizetti, y el público nunca logró apreciar esta línea continua que hay en este drama tremendo, esta continuidad con cambios armónicos muy audaces para la época. Verdi escribe esta obra como si hubiera sido escrita mucho después. De la época anterior a la "Traviata, "Trovatore" y "Rigoletto" es la ópera más grande, porque hay en ella una genialidad que tal vez era demasiado pronto para que el público italiano la apreciara. Cincuenta o cien años después se la empieza a apreciar.
P.: ¿Las voces de hoy son lo que se considera "verdianas"? ¿Cuál es su postura al respecto?
S.R.: Si se escucha la grabación de Francesco Tamagno y se piensa que ése era el Otello, con una vocecita así clara, es lo contrario de lo que se busca hoy para ese papel. Pero los cantantes estaban siempre en el proscenio, las puestas en escena eran casi inexistentes, era como hacer un concierto, los instrumentos eran distintos: la máxima potencia de una trompeta de la época de Verdi era la de un clarinete de hoy. La orquesta sonaba menos. El gusto y la vocalidad cambiaron. Y están volviendo a cambiar: hoy los tenores como Del Monaco o Corelli no existen más. Se está volviendo al color y el peso vocal de la época de los compositores.
P.: ¿Cómo transcurre el trabajo en esta producción?
S.R.: Muy bien. Pienso que hay que volver al antiguo esplendor del Colón. Hoy es un teatro muy bueno, seguramente el más famoso de Sudamérica. Me dijeron que aquí se decía: "¡Al Colón! ¡Al Colón!", como sinónimo de algo excelente. Eso debe volver: el Colón como el punto más alto de la ciudad, y uno de los más importantes del mundo.
P.: ¿Qué es lo que hace excelente a una orquesta de ópera?
S.R.: La familia. Una orquesta es una familia. Y en las familias muchas veces se discute para construir. Cuatro músicos que tocan bien no son un cuarteto. Las grandes orquestas son las que tocan exactamente como un padre, que puede ser el concertino, una madre, que puede ser el oboe solista, y los hijos. Pero todos con el mismo modo de tocar, y la misma calidad de sonido. Tocar no es un trabajo: es un arte, un oficio. Sería hermoso que un integrante de la orquesta o del coro, después de tres horas de ensayo, volviera a su casa con una sonrisa, y no que ir fuera un peso para él. El aporte artístico del concertino y del último atril de los violines es exactamente el mismo. Es verdad que el concertino es el mejor, pero todos son una familia, y todos contribuyen por igual a hacer un sonido bello o feo.
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