3 de mayo 2010 - 00:00

Cristina adelanta en otoño ajuar invernal

Cristina adelanta en otoño ajuar invernal
Llegó el turno de los abrigos. Esos que nada tienen de livianos, pero que ayudan a sobrellevar el frío. Pero aunque la Argentina ya esté transitando el otoño, el verano rebelde pareciera negarse a abandonar el país. Por eso la semana pasada ante la aparición de los primeros fríos -incipientes, todavía-, Cristina de Kirchner no dudó en exhibir un anticipo de lo que será su guardarropas invernal. Se apresuró a mostrar una indumentaria propia del crudo invierno, porque quién sabe cuándo volverán los termómetros a registrar temperaturas inferiores a los 15 grados. Mejor aprovechar la ocasión -habrá pensado Cristina de Kirchner- para mostrar las novedades en el ajuar que encargó, por tercer año consecutivo, a su modista de confianza, Susana Ortiz, Esa que le concede todos sus caprichos en materia de indumentaria. Ya no más modelos ostentosos de firmas como Versace o Chanel. Como si la consigna de Cristina de Kirchner de promover la industria local se hubiera trasladado también a su guardarropas, en esta temporada que recién comienza, el vestuario de la mandataria sólo mostró diseño local.

Y fueron tres los tapados elegidos por la Presidente esta semana para inaugurar su look otoñal. Todos acompañados por un fular en el cuello, ese accesorio que tanto le gusta a Cristina de Kirchner. Veamos:

1) El lunes, para inaugurar obras en Hurlingham, un abrigo de paño gris corte imperio con dos botones oscuros en el pecho y mangas anchas. Un modelo naif, como los que proponen las marcas de adolescentes en sus escaparates. El corte en forma de «A» (estrechos en la parte de la cintura y más anchos hacia la cadera), como el que usó la Presidente, es lo que marca tendencia esta temporada. Pero si bien el talle imperio la favorece, el modelito de Cristina de Kirchner era más propio para una teenager que para una señora. El detalle de los botones y las pinzas en la delantera la aniñaban demasiado. Lo combinó con un pañuelo color champán en el cuello y zapatos grises.

2) El martes, para la rei-nauguración de un instituto biológico en La Plata, optó por la sobriedad del negro en un tapado de paño cruzado siete octavos con dos filas de cinco botones a cada lado. Un modelo que de tan clásico no mereció mayor atención. Pero el abrigo negro no debe faltar en el guardarropas de ninguna dama, ya que saca de apuros ante cualquier ocasión, por eso la Presidente ya contaba con un modelito de este tono. Pero, como hace todos los meses, después de leer las publicaciones de moda internacionales, Cristina de Kirchner tomó nota de que el estilo «all black» es la vedette de la temporada otoño-invierno y por eso encargó uno nuevo a su modista. Y para combinarlo, un fular también negro que completaban el look demasiado oscuro, propio del movimiento dark.

3) Dejó el modelo más elaborado para estrenar el último día de la semana. Un tapado color visón de lana con vistas marrones. Otra vez, el largo elegido fue siete octavos. Las dos filas de tres botones forrados en cuero generaron confusión en los presentes. A simple vista el modelo parecía cruzado, pero la Presidente lo llevaba abierto. Por eso algunos pensaron que la dama se había contagiado de su marido Néstor Kirchner, quien siempre lleva los sacos cruzados abiertos lo que le da un aspecto excesivamente desalineado. Aunque en realidad el saco de la mandataria era recto y los botones eran sólo un adorno, pues no llevaba abotonadura. Se trata de esos diseños raros que proponen los modistos más vanguardistas, que nada tienen de funcionales ya que si un abrigo no es cerrado, no es abrigo al fin y al cabo. Pero ya lo afirma el dicho, la moda no incomoda, y si no abriga, tampoco importa. Después de todo, el objetivo de una fashion victim como Cristina de Kirchner es lucir moderna, aunque eso signifique sufrir el calor o el frío. Para completar, un fular a tono.

Así terminó Cristina de Kirchner su primera semana de ajuar invernal en otoño. Empezó con errores la nueva temporada, pero al menos abandonó, por ahora, un fantasma que la persiguió durante los dos últimos inviernos: el de los abrigos de piel. Una elección que le valió en su momento la crítica de diseñadores y ecologistas, que se quejaban de que una Presidente debía dar el ejemplo y no usar ese material para sus prendas. Un avance, que sólo representa un pequeño paso en el largo recorrido que la mandataria debe transitar si quiere depurar su estilo.

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