22 de noviembre 2010 - 00:00

Cristina y Dilma: semanas de cambio

El verde se coló sorpresivamente en el guardarropa de Dilma Rousseff, mientras que a Cristina de Kirchner el negro riguroso se le impuso por un tiempo.
El verde se coló sorpresivamente en el guardarropa de Dilma Rousseff, mientras que a Cristina de Kirchner el negro riguroso se le impuso por un tiempo.
De un lado el júbilo; del otro, el triste luto. En las últimas semanas, las dos mujeres que lideran los países más grandes de América del Sur sobresalieron del montón. Una, por la «osadía» del color; la otra, por el negro pertinaz. El contraste no hubiera sido tal, si no fuese porque la presidente electa de Brasil, Dilma Rousseff, no abandonaba la opacidad de los grises desde hacía años y porque su par argentina, Cristina de Kirchner, desde que asumió, se fanatizó por los brillos y los colores estridentes.

«Bienvenida al club de las compañeras de género», le dijo la presidente argentina a la candidata de Lula da Silva después de que ésta ganara el balotaje. Ante tamaña invitación, parece que la brasileña se entregó a los diseñadores para pasar a la lista de las presidentes fashion y aceleró sus intenciones de estar a la altura de las circunstancias.

Ya experimentó un cambio de imagen en el pasado, cuando el poder acechaba su carrera política, pero lo de Rousseff, estas últimas semanas, fue más radical. Es que por primera vez desde el casamiento de su hija, colgó en su ropero sus característicos trajes de saco y pantalón, y desempolvó nada menos que una falda. Matizó sus conjuntos aburridamente grises y neutros, con un look, por ahora tímido, de verdes y rojos. Así sorprendió en la cumbre de Seúl del G-20, con un verde que jugaba con el manzana repetido de la alemana Angela Merkel y con el traje de la primera dama de Corea del Sur, que vestía un «hanbok» (prenda tradicional de ese país, y además el nombre de una firma de indumentaria, que de paso agasajó a las primeras damas del encuentro con un desfile).

Retoques

Atrás quedaron para Rousseff la cara descuidada, los cabellos desaliñados y el vestuario improvisado. Después de unos retoques quirúrgicos en su rostro, el asesoramiento del estilista de celebridades, Celso Kamura, y del modisto Alexandre

Herchcovitch
, la brasileña ha ido cambiando gradualmente guardarropa e imagen, aunque todavía con errores. En la misma semana, pasó de la meditada elegancia de Seúl al desparpajo de una especie de polar rojo en Brasil. Gaffes de novatos que deberá atender cuando lidere una de las potencias emergentes del globo con una industria de la moda prometedora.

De la vereda de enfrente, la experta en estos menesteres se perdió esta vez entre los trajes oscuros de los líderes mundiales. Acostumbrados los críticos a deslumbrarse o decepcionarse con los looks que Cristina de Kirchner les imprime a sus viajes al exterior, en esta oportunidad los dejó sin palabras. Su poder sobre su propio guardarropa es innegociable, y, aunque nada le obligue a seguir el luto desde el punto de vista protocolar, desde el 27 de octubre, la mandataria desfiló distintos tailleurs, faldas, sacos, pantalones, todos negros. Totalmente minimalista en cuestión de joyas y accesorios, dejó la pompa para otros tiempos.

No es fácil vestir de negro durante semanas sin caer en la monotonía, aunque se puede decir que Cristina de Kirchner sorteó esta ardua tarea y pudo mantener su estilo, mostrando variedad de modelos. Se entiende que desatienda esa materia ahora, claro. Aunque sería más fácil, sobre todo en estos meses primaverales, aquella costumbre de las reinas europeas medievales de pasar el luto de blanco, sus diseñadores se ingeniaron para proveer a la mandataria de prendas de distintos cortes y texturas, insistiendo con la línea de faldas acampanadas y chaquetas entalladas, foulards cuando la temperatura lo exigía, y el mismo peinado al costado con forma de brushing. Se esperaba que a su regreso al país, la semana pasada, Cristina de Kirchner comenzara a cortar el negro con algún detalle de color en prendas o accesorios. Todo indica que habrá que esperar. Mientras tanto, es acertada la decisión de no recargarla de maquillaje, ya que con tanto negro y el cabello cobrizo pasaría de la mesura al estilo «dark».

Las «compañeras de género» sudamericanas atraviesan realidades diferentes, pero igualmente históricas. Habrá que ver cómo se traduce esto en lo más perceptible: la imagen.

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