¿Resistirá la economía la cadena de shocks que gatilla el presidente Trump a través de su cuenta de Twitter? ¿Y el mercado alcista? Como si confrontar con China no agotara el cupo, Trump abre nuevos frentes de conflicto. Todos sensibles. Y sin un patrón siquiera consensuado en el interior de su equipo de gobierno. China se plantó, arrió los compromisos esbozados tras meses de negociación, y obligó a la Casa Blanca a doblar la apuesta de la suba de aranceles. Blanquear la intención de sacar a Huawei de la carrera por la 5G resonó cual grito de guerra. Beijing prepara ahora a su población para una Larga Marcha de sacrificios con la idea de que Washington -como cualquier otra democracia- no soportará los rigores de una pelea feroz sin la luz de un horizonte de resolución cercano. Por eso, Xi Jinping sopló la vela. ¿Tendrá estómago Trump para las hostilidades si Wall Street se precipita (y se revierte el apoyo de la opinión pública y del mundo de los negocios, y cesa la callada complicidad de los demócratas)? El presidente sacude a México a modo de respuesta, muy a sabiendas del daño que causa. No le importa. Les aplicará un arancel creciente a todas sus importaciones que arranca en 5%, pero treparía hasta el 25% si para octubre no merma el flujo de indocumentados. Trump es un duro, sean chinos o desvalidos los que sienta enfrente.
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Trump no tiene paz, y México (y los mercados) pagan la cuenta
¿Aguantará la economía el nuevo embate de un presidente exacerbado? Los bonos lo dudan. La Bolsa titubea, ya decayó más de 6% desde los máximos, pero no renuncia a sus ambiciones.
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¿Se trata acaso de un capítulo previsto en la versión 2.0 del Nafta? Para nada. Es una repentización. “Un movimiento brillante”, según sostiene Peter Navarro, el principal asesor de comercio de Trump. Pero sus espadas mayores piensan distinto. El representante comercial Robert Lighthizer se opuso, y el secretario de comercio guarda silencio. Tampoco estuvo de acuerdo el secretario del Tesoro, Stephen Mnuchin. Y se comenta que Larry Kudlow, el consejero económico, no ve la hora de renunciar tras pasarse toda su vida defendiendo el libre comercio por televisión. La Casa Blanca es un hervidero. Quien sí volvió a su hogar fue el abogado defensor de Trump durante la investigación Mueller (tras la reaparición del fiscal, lo que abre la puerta a un pedido de impeachment). Y el corto circuito presidencial con John Bolton -su halcón en materia de seguridad- es nota en los diarios. Si la gente que lo rodea lo decepcionó, Trump disfruta del juguete nuevo de los aranceles. Es una máquina de hacer dinero, explica el exgestor de casinos. Su aplicación a destajo -la semana pasada México, Turquía e India fueron alcanzados por las esquirlas- es una muestra de esa fascinación.
Un Trump provisto con navaja -y las clases de esgrima de Navarro- es un peligro que ya vimos en acción a fines de 2018. Frustrado, dobla la apuesta y los frentes de batalla. Y luego le resulta imposible cerrarlos. Con China, en diciembre, forjó una tregua, pero no podrá repetir el truco sin hacer concesiones. ¿Será compatible con su agenda de reelección? Tal el filtro que deberá sortear la decisión. Con Corea del Norte, el presidente sí creó la escenografía de un acuerdo, pero Kim Jung- Un ha vuelto a revolear misiles, que Trump tolera afirmando que sólo son de corto alcance (como lo reconfortó al primer ministro Abe de Japón, país que, es sabido, se ubica a estrecha distancia de las lanzaderas). Otro despropósito generado para tapar previos desaciertos fue el cierre parcial del Gobierno, y si no fuera por Nancy Pelosi, la líder de la oposición, todavía seguiría titilando en el radar (y aun así fue la clausura de la Administración más larga en registros). Si ya nos olvidamos de tantos dislates fue porque antes que terminara 2018 asomó la caballería de Powell & Cía. La Fed rescató de la zozobra a Trump, a los mercados y a las expectativas. Pues bien, la historia amaga repetirse. ¿Aguantará la economía el nuevo embate de un presidente exacerbado? Los bonos lo dudan. La Bolsa titubea, ya decayó más de 6% desde los máximos, pero no renuncia a sus ambiciones. Eso sí, descuenta que la Fed tendrá que arremangarse, y, esta vez, bajar las tasas de interés. No una vez ni dos (como se pensaba antes del episodio mexicano). Los futuros de fed funds apuntan a tres recortes en los próximos doce meses. Las chances de que la poda comience tan temprano como el mes que viene son de 50%. No obstante, dice el refrán que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe (y jamás cita a ninguna Fed).
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