En una muestra de un deterioro sin precedentes en las relaciones entre Estados Unidos e Israel, y a seis días de que Netanyahu dé su polémico discurso ante las dos Cámaras del Congreso estadounidense, la consejera norteamericana de Seguridad Nacional, Susan Rice, calificó ayer de "destructiva" para la relación bilateral esa intervención, que se realizará el martes de la semana próxima.
El trato entre Israel y Estados Unidos siempre se basó en el bipartidismo (Partido Republicano y Partido Demócrata), dijo en una entrevista a la cadena estadounidense PBS. Pero este discurso afecta esta tradición, observó. "En estas últimas semanas, se inyectó en ambos lados una cuota de política partidaria, con la invitación del presidente del Congreso (el republicano John Boehner) y la confirmación de su arribo por parte del primer ministro Netanyahu dos semanas antes de las elecciones" israelíes, acusó Rice. "Esto no sólo es desafortunado, pienso que es destructivo para las bases mismas de las relaciones. Lo que queremos es una relación fuerte, inmutable, independiente de las peripecias políticas en ambos países", agregó.
Los comentarios de Rice llegaron poco después de que Netanyahu rechazara una invitación para reunirse en privado con senadores demócratas durante su viaje a Washington, argumentando que tal encuentro podría "empeorar la percepción errónea de partidismo" que rodea la visita. "Puedo asegurarles que mi única intención al aceptar fue dar voz a las graves preocupaciones de Israel sobre un potencial acuerdo con Irán que podría amenazar la supervivencia de mi país", agregó en una misiva.
Ayer el premier volvió a criticar el diálogo entre Estados Unidos y otras potencias (Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) con Irán (ver nota aparte), país al que acusa de tener como finalidad de su programa nuclear la creación de una bomba atómica para atacar al Estado de Israel.
"Parece que las potencias occidentales cedieron en su compromiso de impedir que Irán obtenga armas nucleares", aseguró en un acto de campaña en una colonia judía cerca de Jerusalén de cara a los comicios legislativos del 17 de marzo, en los que busca un nuevo período como premier con su partido, Likud (derecha).
La escalada de intercambios hostiles entre los dos Gobiernos, históricamente aliados en el convulso Medio Oriente, siguió la tarde de ayer cuando el propio secretario de Estado norteamericano, John Kerry -quien ha chocado en el pasado con Netanyahu por las negociaciones de paz entre Israel y Palestina- dijo, en una audiencia del Congreso, que el primer ministro israelí podría estar equivocado respecto a las negociaciones con la República Islámica. "Puede que tenga un juicio equivocado sobre este caso", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, quien aconsejó aguardar a la intervención de Netanyahu en el Capitolio.
No obstante, Kerry recordó que Netanyahu "estuvo profundamente a favor y defendió la importancia de la invasión de Irak bajo el Gobierno de George W. Bush, y todos sabemos lo que pasó con esa decisión".
En un claro desafío a Obama y sin consultar con él, la Casa Blanca ni con el Departamento de Estado, el líder de la Cámara de Representantes, Boehner, propuso el mes pasado a Netanyahu intervenir en una sesión plenaria, y el líder israelí aceptó la invitación. La administración demócrata fustigó la visita por considerar que contraviene al protocolo y dijo que el gobernante estadounidense no se reunirá con su par israelí porque sería "inapropiado" ante la cercanía de los comicios en Israel.
Haciéndose eco de los comentarios de Rice, anoche el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, insistió en que "la relación entre EE.UU. e Israel no sólo puede reducirse a una relación entre el Partido Republicano y el Partido Likud".
Agencias Reuters, ANSA, AFP y EFE, |
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