9 de mayo 2011 - 00:00

El fanatismo se enciende con una sola chispa

El Cairo - El bloguero y periodista estadounidense David Botti fue marine en 2003 en Irak, pero lo que experimentó en la madrugada del sábado a ayer en el barrio humilde Imbaba de El Cairo «fue lo peor de lo que viví en Egipto».

Botti, que estaba investigando, quedó atrapado por una turba cuando musulmanes indignados atacaron la iglesia copta de Santa Mina y la incendiaron. «La cámara robada. Se escuchan disparos. Una multitud enardecida nos persigue por los edificios», escribió en la red social Twitter. «Si no nos ayudaban unos egipcios, nos hubiesen atrapado».

La violencia de los musulmanes, que eran los que atacaban, se desató al parecer cuando una mujer estaba siendo retenida contra su voluntad en la iglesia de Santa Mina, porque como cristiana se iba a convertir o se había convertido al islam.

Aunque todavía estaba casada con un cristiano, la mujer tenía la intención de casarse con un musulmán.

Nada de esto pudo ser contrastado, pero los sangrientos acontecimientos arrojan luz sobre la difícil relación entre ambas confesiones.

La caída del autoritario presidente Hosni Mubarak en febrero tampoco ha cambiado nada en esta materia. Los coptos y los musulmanes salieron juntos a la calle para pedir la caída de Mubarak y su régimen.

La historia de la cristiana que se iba a convertir recuerda casos anteriores, que soliviantaron los ánimos de los musulmanes.

Camille Shehata, que estaba casada con un cura copto, huyó de su marido el año pasado y se convirtió al islam. Los miembros de la iglesia la siguieron y la encerraron en un convento, según se informó. La iglesia copta desmiente esta versión de los hechos y asegura que Shehata nunca se convirtió, sino que regresó con su marido por voluntad propia tras una disputa matrimonial.

En Egipto, los temas de los matrimonios y los asuntos familiares se regulan principalmente dentro de las comunidades religiosas. Como el país cuenta con el islam como religión de Estado y los musulmanes constituyen una aplastante mayoría del 90% de la población, los derechos no están repartidos de forma equitativa.

Los hombres no musulmanes que quieren casarse con una mujer musulmana tienen que convertirse al islam. En cambio, los cristianos no pueden imponer la misma regla en caso de que un musulmán quiera casarse con alguien de su comunidad porque la conversión del islam al cristianismo es considerada una herejía.

Las cristianas no necesitan convertirse para casarse con un musulmán, pero este tipo de conflictos a menudo giran en torno a cristianas casadas que quieren casarse con un musulmán. Como para los coptos ortodoxos, muy conservadores, el divorcio no existe en la práctica, lo que hacen estas mujeres es convertirse al islam.

Los fanáticos religiosos de ambas confesiones luchan con encono por cada alma
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Muchos egipcios consideran que el régimen de Mubarak estuvo avivando estos conflictos a través de sus agentes para presentarse como el único bastión contra el extremismo religioso.

En Imbaba vive un millón de personas, entre ellas cristianos y musulmanes ortodoxos. De hecho, los salafistas, musulmanes fundamentalistas que tienden a la violencia frente a personas de otra fe, se manifestaron la semana pasada a favor de su «hermana de fe» Camille Shehata e incluso recientemente por Osama bin Laden.

Pero que fanáticos religiosos con sus largas barbas y túnicas dirigieran el asalto a la iglesia de Imbaba es algo que residentes y testigos cuestionan.

El egipcio Mahmud Salem, bajo el nombre «Sandmonkey», escribió en Twitter: «Testigos presenciales dicen que no fueron salafistas, sino criminales que huyeron después de haber prendido fuego».

El término «criminal» hay que entenderlo en este contexto como el que designa a los que dan palizas y cometen pequeños delitos y que durante el Gobierno de Mubarak se dedicaban a ese tipo de trabajo bajo su amparo.

Formalmente, todo esto se disolvió con la caída del servicio secreto que manejaba estos asuntos, pero también puede ser que una red siga operando en la clandestinidad.

Agencia DPA

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