La fuerza de sus imágenes y la provocación de sus temas hizo que dos de los nueve libros que lleva escritos la estadounidense Annie Proulx llegaran al cine y le dieran fama internacional: la novela "Atando cabos" y el cuento "Secreto en la montaña", sobre la relación íntima de dos peones zaparrastrosos, mal comidos y de físico desatendido, que Hollywood maquilló para volverla en "la historia de dos vaqueros que se besan", texto que convirtió en ópera a pedido del compositor Charles Wuorinen. Proulx comenzó a escribir narrativa a los 52 años, antes había pasado por tres matrimonios, la crianza de cuatro hijos, recibirse de licenciada en Historia y practicar la "escritura alimenticia" como periodista free-lance. Lo primero que publicó fueron cuentos de ciencia ficción, y relatos costumbristas en una revista deportiva, todavía no se soñaba como uno de los nombres de las letras estadounidenses; aún no había dado con el sello de un estilo liviano, refinado, grotesco, sarcástico y documentado. Casi 14 años le llevó publicar "El bosque infinito", torrencial novela trata de dos sagas familiares en 300 años de historia. Todo comienza cuando a fines del siglo XVII el introvertido leñador del centro de Francia René Sel, y el taimado alfeñique de los barrios bajos de París Charles Duquet desembarcan en "la Nueva Francia", Canadá, contratados por un despótico colono para talar árboles. Dos caminos se abren luego de aquel azaroso encuentro. Duquet será arrastrado por un espíritu emprendedor hasta la corrupción, el robo y la estafa, sus descendientes defenderán su labor, la que creó el emporio maderero Duke & sons. Sel se verá forzado a unirse a una curandera dando inicio a los padecimientos de sus descendientes. Forman el libro diez nouvelles jalonadas de sorpresas y andanzas por el mundo, de 1693 a 2013. Proulx, que no es ecologista, escribió una gran novela ecológica, la radiografía del capitalismo depredador, un identikit del cambio climático y un manifiesto contra la xenofobia. A los 80 años ofrece una obra asombrosa.
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