• EN LA ECONOMÍA ARGENTINA ACTUAL HAY DEMASIADOS PESOS, POCOS DÓLARES Y MUCHA DEUDA Los papeles de trabajo que la delegación argentina llevó a Washington DC para negociar con el FMI no dan ningún motivo, en absoluto, para pensar en un esquema como el aplicado en 1991.
Muchos lo tomaron con gran incredulidad. Otros se preguntaban si podía ser cierto. Lo real es que a los rumores acerca de una nueva convertibilidad que se escucharon en nuestro país se sumaba un asesor de Trump hablando sobre el tema y nada menos que lanzando una fuerte recomendación a aplicar, según sus propias palabras, un "currency board" (convertibilidad) en Argentina.
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Para algunos de quienes ayudamos hace casi tres décadas en su momento a pensar en la idea de la convertibilidad desde Ámbito Financiero, fue toda una sorpresa. En realidad va más allá de la sorpresa. Incluso la noticia da para el estupor porque los papeles de trabajo que la delegación argentina llevó a Washington DC para negociar con el FMI no dan ningún motivo, en absoluto, para pensar en una convertibilidad. La tasa de inflación calculada en 25% para 2019 no da pie a pensar en ninguna convertibilidad, y el plan del BCRA de ir eliminando las Lebac de aquí a fin de año en parte vendiendo dólares de las reservas, tampoco.
Pero, ¿es recomendable aplicar hoy una convertibilidad en Argentina? Veamos: para que un plan de convertibilidad tenga chances reales de éxito debe haber algunas condiciones que una economía debe cumplir. Como la convertibilidad surge de igualar la base monetaria de un país con las reservas de divisas del mismo, cuanto más baja en términos reales y relativos sea la base monetaria y más alta en términos relativos la cantidad de reservas, más chances de éxito tendrá un plan de esas características. Porque una economía desmonetizada necesita más moneda local, por lo que las ventas de divisas al Banco Central al tipo de cambio convertible serían muy abundantes, aumentan las reservas de la autoridad monetaria, se estabiliza el nivel de precios y se ayuda a que las tasas de interés en moneda local desciendan fuerte y rápidamente, reconstituyendo rápidamente el crédito, y con él, el consumo, lo que termina reactivando de manera potente la economía. Hasta allí todo muy lindo. Pero, ¿es este el caso argentino? Veamos: la base monetaria argentina es de aproximadamente 1,35 billones de pesos. Pero allí no acaban las cosas dado que hay base monetaria "oculta" en forma de Lebac y Leliq, por lo que los pasivos monetarios del Banco Central suman 2,15 billones de pesos, un nivel sustancialmente más alto, y es este el que habría que tener en cuenta para calcular un eventual tipo de cambio convertible. Por el otro lado, las reservas, actualmente apenas por encima de los u$s49.000 millones incluyen gran cantidad de "humo" o reservas brutas que no sirven a la hora de calcular un tipo de cambio convertible porque son reservas con un destino o finalidad específico. Por ejemplo, los encajes de los argendólares están incluidos en las reservas, suman alrededor de u$s16.000 millones de "reservas de humo". Si las mismas fueran incluidas en un cálculo de convertibilidad, habría grandes motivos para pensar que los depositantes de dólares del sistema se sientan muy alarmados, porque se estarían tomando sus ahorros para respaldar al peso, con lo que la posibilidad de retiro de divisas de los bancos sería muy elevada. Tampoco podría tenerse en cuenta el "swap" chino de alrededor de u$s11.000 millones, por varios motivos, entre ellos que forma parte de un préstamo con fecha de vencimiento y en segundo lugar porque se trata más de una línea de crédito que de un stock de reservas de libre disponibilidad. Si se incluyera el Swap chino como parte de las reservas estaríamos dependiendo de China para mantener la estabilidad de la convertibilidad. Y ello distaría mucho de salirnos gratis....Por lo tanto, las reservas netas de libre disponibilidad apenas sí serían u$s22.000 millones por lo que el cociente entre los pesos que son pasivos del Banco Central y las reservas de libre disponibilidad arroja hoy un resultado muy cercano a los 100 pesos por dólar. A esta altura el lector seguramente ya captó lo evidente: al revés de lo que resulta aconsejable para aplicar una convertibilidad, hoy en la economía argentina hay gran cantidad de pesos y poca cantidad de dólares: lo inverso a lo que ocurría a fines de 1989 e inicios de 1990, cuando varios economistas recomendamos la convertibilidad desde Ámbito Financiero pero Domingo Cavallo la desaconsejó con el fin de aplicarla personalmente tras un año adicional de grandes padecimientos económicos generalizados.
Pero allí no acaban las cuestiones por las cuales hoy no resulta aconsejable aplicar una convertibilidad en Argentina. Supongamos por un momento que un país o grupo de países nos presta una suculenta cantidad de dólares para bajar ese nivel de 100 pesos por dólar al actual de 40 pesos por dólar. Pues bien, se trataría de deuda en dólares. Deuda que habría que pagar en unos años. ¿Y qué haríamos cuando ello ocurra? ¿Salimos de la convertibilidad devaluando muy bruscamente? Lo mismo ocurre con el tema de la actual deuda externa pública nacional y provincial y deuda privada en dólares. Tan solo los vencimientos de 2019, según el propio Palacio de Hacienda son de u$s29.000 millones. Y ello solo de vencimientos de deuda externa a nivel nacional, sin contar provincias ni sector privado. ¿Qué hacemos a la hora de pagar? ¿Devaluamos con furia? ¿O defaulteamos?
Al revés de 1989 y 1990 cuando la deuda pública ya había sido o bien licuada por las dos hiperinflaciones o bien defaulteada dos veces (en 1989 y en 1990) cuando eran muy escasos los vencimientos de deuda que había que pagar, hoy la deuda externa es abultadísima en Argentina tras años de deuda, deuda y deuda. Incluso si aparece el superávit fiscal para pagar, ello redundaría en una grave contracción monetaria y de reservas, que elevaría las tasas de interés alejando a la economía, paradójicamente, de cualquier boom inversor, de consumo o de lo que fuere. La recesión sería galopante.
Aplicar hoy la convertibilidad a la economía argentina haría que el país financieramente se asemeje al de la convertibilidad de 2000 y 2001, y no al de 1991-1994. Lejos de haber un boom económico, habría una contracción importante con el riesgo cierto de una estampida de fuga de capitales con el agravante de que el tipo de cambio fijo y sobre todo, convertible volaría por los aires.
Hoy un "corralito" parece ser imposible en la economía argentina. Pero imponer una convertibilidad lo convertiría en una posibilidad cierta. Podríamos seguir mencionando muchos más factores. Pero con esto último, parece ser más que suficiente. Al revés de la convertibilidad de 1991, hoy en la economía argentina hay demasiados pesos, pocos dólares y mucha deuda a pagar en el futuro cercano. El ajuste automático de la cuenta corriente parece distar de estar en sus postrimerías. En vez de caer en la desesperación, solo cabe esperar que prime la cordura. La inflación en 45%-50% es un problema grave de la economía argentina. Pero aplicar una convertibilidad nos hundiría en problemas muy superiores, casi podría decirse, de otra dimensión. Más que estabilizar, la prioridad hoy es no caer en cesación de pagos.
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