"Empezamos por la mañana. Estamos haciendo los trabajos previos, quitando tierra y ver si damos con la fosa", explicó Marco González, coordinador del equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que lleva a cabo los trabajos en el cementerio de Guadalajara (Castilla-La Mancha, centro).
"Tiene el aliciente de que es la Justicia argentina la que lo pidió, añadió González, en referencia a la investigación que la jueza federal María Servini de Cubría lleva a cabo desde 2010 (ver recuadro). La magistrada solicitó la apertura de esta tumba hace dos años, tras tomar declaración en Buenos Aires a Ascensión Mendieta, de 90 años, cuyo padre, Timoteo, sería una de las 22 personas enterradas allí.
La víctima, carnicero de profesión, fue fusilado a finales de 1939 tras un juicio sumarísimo en el que se aseguró que había combatido en el bando republicano y presidido el sindicato socialista UGT desde 1937 en el pueblo de Sacedón, según la documentación de la ARMH.
Junto a él fueron asesinadas otras diez personas y posteriormente se ejecutó a once más, que también estarían ese pozo, sobre el que la familia Mendieta erigió en los años 1980 un panteón.
"No sé si lo sacarán hoy u otro día. Lo enterraron de los primeros, así que estará muy abajo", murmuró Ascención mientras observaba el trabajo de los antropólogos. La anciana lleva prácticamente toda la vida esperando este momento. Está nerviosa y, al mismo tiempo, tranquila. "Se ha hecho justicia", dice. Está contenta, pero a la vez triste. "Hemos luchado mucho", lamenta.
Sentada sobre una silla plegable y tapada con una manta, la anciana mira el hoyo que va surgiendo en el suelo y se acuerda de su padre, que "era buenísimo", y de su hermana Paz, con quien tantas veces acudió a ese mismo lugar para ponerle flores, ya tras la muerte de Franco. "Veníamos muchas veces juntas. La pobre murió y no puede estar hoy aquí. Me acuerdo mucho de ella", lamentó. La última vez que Ascensión vio a su padre estaba a punto de cumplir 13 años, cuando los falangistas lo arrancaron del domicilio familiar.
"Este caso abre una puerta a otros exhortos internacionales. Ahora todo dependerá de si los juzgados españoles quieren atenderlos", explicó René Pacheco, arqueólogo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en España (ARMH) y responsable de los trabajos de exhumación.
Amparándose en la justicia universal, jueces españoles juzgaron a varios actores de la política internacional -como el exdictador chileno Augusto Pinochet-, pero este recurso nunca fue puesto en práctica puertas adentro pese a presiones de los damnificados.
"Ascensión no lo enterró, no lo vio muerto. Es un dolor enorme el de la desaparición forzosa", cuenta la argentina Ana Messuti, abogada de la llamada "querella argentina".
En España, según calculó el exjuez Baltasar Garzón, hay más de 100.000 civiles republicanos desaparecidos tras ser asesinados en la guerra civil y el franquismo (1939-1975), de los que se ha exhumado a cerca de 6.000. España es, después de Camboya, el segundo país del mundo en número de desaparecidos cuyos restos no fueron recuperados ni identificados.
La ONU instó a España a investigar las masacres al considerar que se tratan de delitos imprescriptibles y no sujetos a la ley de amnistía de 1977. Además, la ARMH denuncia que desde que Mariano Rajoy llegó al poder, en 2011, no recibe ayudas para realizar las exhumaciones, que se hacen gracias al trabajo voluntario. Hasta el año 2000 los familiares eran los que sacaban los restos sin ninguna ayuda. "Eso demuestra que ha habido una persistencia muy grande de la impunidad. Significa que la democracia no significa justicia. Y debemos recordar que la justicia no es igual a castigo. Ascensión no tiene a quién imputar el asesinato de su padre, pero lucha contra la impunidad", explica Messuti.
Sólo en el cementerio de Guadalajara, una zona cercana a Madrid que sufrió una gran represión franquista, podría haber una veintena de fosas comunes con entre 200 y 400 cuerpos, según la ARMH.
Los trabajos, que demoraron dos años en empezar por diversos trámites, durarán entre "diez y quince días si todo sale bien", dijo González, cuya asociación ya identificó restos de más de 1.400 víctimas de la dictadura franquista. "De la identificación se encarga de forma desinteresada el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que tiene una gran experiencia ya que trabajaron mucho con los desaparecidos de la dictadura argentina", explican desde la ARMH.
"¿No pensará usted venir aquí todos los días?", le pregunta un periodista a Ascensión, que pese al frío siguió los trabajos en la fosa. "Pues claro", contesta ella. Su sueño es poder trasladar los restos de su padre "a un nicho" y estar algún día a su lado. "Los dos juntitos", subraya con una sonrisa.
Agencias AFP, DPA y ANSA |
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