4 de julio 2014 - 00:00

Exquisito mosaico de músicas por el Estudio Coral de Buenos Aires

El recital de Amijai fue todo un “tour-de-force” para la versatilidad, una de las virtudes de las que el  Estudio Coral  ha hecho una bandera.
El recital de Amijai fue todo un “tour-de-force” para la versatilidad, una de las virtudes de las que el Estudio Coral ha hecho una bandera.
Estudio Coral de Buenos Aires (director: Carlos López Puccio). Obras de S. Barber, W. Bergsma, R. Thompson, L. Bernstein, E. Carter, Ch. Ives, M. Lauridsen, J. Cage y G. Gerswin. (Templo de la Comunidad Amijai, 2 de julio).



El riquísimo mosaico de músicas escritas para coro en los Estados Unidos durante el siglo pasado tuvo anteanoche una exhibición de alta calidad en las voces del Estudio Coral de Buenos Aires, que a treinta y tres años de su creación sigue manteniendo un nivel excepcional bajo la guía de su fundador, Carlos López Puccio. Todo un "tour-de-force" para la versatili-

dad, una de las virtudes de las que el grupo ha hecho una bandera.

Con mucho acierto, el programa no estuvo armado según un criterio cronológico sino de equilibrio entre los diferentes lenguajes que transitó. La belleza plácida de "To be sung in the water" y "The Coolin" de Samuel Barber contrastó así con la poética ironía del tríptico de adivinanzas "Riddle me this", de William Bergsma. Tras el conocido "Alleluia" de Randal Thompson hizo su irrupción el trío de canciones en francés escritas por Leonard Bernstein para "La alondra" de Jean Anouilh, con los hermosos y refinados solos de la soprano Silvina Sadoly y la mezzo Cecilia Pastawski.

En el marco de una actuación de calidad pareja e impecable, uno de los momentos de mayor relevancia y perfección fue la versión que el ECBA realizó de "Musicians wrestle everywhere", con texto de Emily Dickinson y música de Elliott Carter. También la muy original "Vote for names", pequeña joya de Charles Ives (con una brevísima pero excelente intervención solista de Marcela Sotelano). Otra vez en notable contraste, le siguió la muy conocida "Dirait-on", última obra del ciclo de "Les chansons des roses" de Morten Lauridsen sobre poemas en francés de Rainer Maria Rilke, de una belleza atemporal que las voces de este ensamble realzaron con extraordinaria sutileza.

"Four2", de John Cage, es una obra difícil por su desnudez: una sucesión de notas largas en las cuatro cuerdas (que aquí se dividieron sobre y a los costados del escenario) con una duración variable; el ECBA llevó a cabo una versión admirable en la que prácticamente no hubo rispideces sonoras ni desavenencias de afinación.

Para el final, las piezas más "populares": dos spirituals arreglados por Alice Parker y Robert Shaw, emocionantes tanto en la actuación del coro como la de los solistas Martín Caltabiano ("Deep River") y Pol González ("There's no hiding place"), y los dos madrigales escritos por Gershwin para "A damsel in distress", perfecto cierre que incluyó un divertido dúo a cargo de Silvina Ravalli y Ricardo González Dorrego. Fuera de programa, dos obras latinoamericanas: la muy efectiva y bella "Quisiera", de Roberto Valera, y "Estrela é lua nova" de Villa-Lobos, con solos de Milagros Seijóo y Rosana Bravo.

Como suele suceder en los conciertos del Estudio Coral, se dio un fenómeno comprensible pero a la vez molesto: una parte del público parece verse compelida a reír a carcajadas de cada frase de López Puccio (quien siempre explica el contexto u otros elementos de las obras que interpreta), cualquiera sea su contenido. Es como si este sector de la audiencia no pudiera hacer abstracción de la pertenencia de éste al grupo de música-humor Les Luthiers. Es imaginable que el director se haya acostumbrado a esta hilaridad fuera de lugar, pero no deja de resultar una actitud irrespetuosa para con uno de los músicos más seriamente formados y más profesionales de nuestro medio.

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