11 de julio 2016 - 00:00

Festejo, pero con dudas

Festejo, pero con dudas
La conmemoración de la Independencia patria, nos da espacio y la obligación de plantearnos hasta qué punto estamos cumpliendo con el legado de los héroes de julio de 1816. Lo que hicieron aquellos hombres y mujeres fue terminar de "rendodear" los preceptos de la revolución de mayo de 1810 y la Asamblea de enero 1813/15. Entre esos ideales estaba -para lo que nos toca en esta columna-, el de la libertad de comercio (hoy diríamos de los mercados); una libertad que permitió financiar la gesta emancipadora, colocar a la Argentina en el contexto internacional, facilitándole el reconocimiento y acceso a los principales mercados financieros del globo. ¿Estamos cumpliendo con este legado de los prohombres y mujeres de la patria?. Cuando leemos en el portal del regulador del mercado, como primer objetivo básico de la ley marco del sistema, que su fin es: "Una mayor regulación y fiscalización estatal en el ámbito de la oferta pública y la eliminación de la autorregulación de los mercados", permítasenos dudarlo. Cuando nos enteramos que el regulador pretende que el custodio de los títulos integre el patrimonio y dominio de la nueva mega-intermediaria del mercado, desconociendo una lucha de casi 160 años para separar dicha guarda del control de los agentes bursátiles (que permitió sortear incólume al sistema bursátil algunas de las peores crisis financieras que ha conocido el mundo: hiper de los 80s, default del 2001, etc), permítasenos dudarlo. Cuando el regulador, ignorando lo más elemental de la "teoría de la agencia", o dicho de manera popular, cuando decide "poner al zorro a custodiar las gallinas", actúa de manera absolutamente unilateral -aun contra los deseos de los propios intermediarios-, permítasenos dudarlo. Cuando el regulador se niega a devolver/reconocer la autorregulación al sistema, un derecho intrínseco de cualquier grupo social y en particular de los mercados, desconociendo que el poder es de la gente y no de los burócratas sobre la gente, permítasenos dudarlo. Cuando el regulador desconoce/niega que es infinitamente más ineficiente y lento para resolver los problemas que permanentemente surgen en el mercado, que los participantes del mismo, permítasenos dudarlo. Cuando un gobierno en una actitud típica de los populismos de derecha, en lugar de aceptar su rol de supervisor y garante de la competencia del sistema, opta por convertirse en el "patrón", permítasenos dudarlo.

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