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Mirando hacia atrás, los seis meses contables a fin de diciembre último, con u$s468.175 fueron los mejoras desde 2016 y los séptimos mejores desde 1996, mientras las ventas, u$s16.4 millones fueron las mayores desde 2012 y las quintas mayores de estos 21 años. La contracara la tenemos en el ratio entre el resultado y las ventas, 2,86%, el octavo mayor del período y especialmente en su patrimonio, u$s6,7 millones, el más bajo desde 1996 (así surge el espejismo del tercer mayor ROE del período). Acortando la mirada lo que vemos es que si bien la producción de su ítem estrella, el harboard ha sido en superficie y toneladas el menor desde 2013 y las ventas totales del mismo las segundas más bajas (0,39% más que en 2016) así como la de muebles (58% más piezas que en 2016), contablemente en dólares) es el mejor resultado desde entonces. Estos números hablan más de una mejora de sus procesos internos en los últimos años que de una mejora comercial. Es así que al pasar al balance del semestre arranca con ventas por $319,8 millones, que descontados gastos le dejan un bruto de $66,5 millones, 18% más que lo que lograba un año antes con lo que no alcanza a compensar el 24,8% del IPC. Esto lo subsana merced a la producción de activos biológicos que le aportan $9,5 millones cuando un año antes eran $1,3 millón y al control de los gastos (en particular los de comercialización) que creciendo 16% le significan un operativo de $27,2 millones, 76% más de lo que lograba un año antes. Si bien la carga financiera crece 30%, dada las magnitudes relativas queda ahora con un "pre tax" de $10 millones, frente a los $2.2 millones de 2016, que descontada la mordida del fisco cierran un neto de $9.152.824, casi multiplicando por siete los $1,2 millón del año previo.
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