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Fraude con japoneses de más de 100 años
Las primeras dudas emergieron tras el hallazgo del cuerpo momificado de Sogen Kato, registrado como el hombre más longevo de Tokio, cuando las autoridades se presentaron en su domicilio para felicitarlo por su supuesto cumpleaños 111.
Pero Kato llevaba muerto más de tres décadas. Sus familiares primero dijeron a la Policía que se encerró en su habitación hace 30 años porque quería ser «un Buda viviente». Y nunca salió. Ahora la Policía investiga a varios de sus parientes por posible fraude relacionado con su pensión y negligencia.
Las raras circunstancias del caso llevaron a los gobiernos locales a comprobar la situación de otros ancianos. El resultado: hay unos 281 ciudadanos centenarios desaparecidos de los aproximadamente 41.000 registrados en el país.
Así, las autoridades fueron incapaces de localizar a Fusa Furuya, una mujer de 113 años que figura como la más longeva de Tokio. En su domicilio encontraron a su hija, de 79 años, que afirma que la última vez que vio a su madre fue en torno a 1986. Según declaró, pensaba que Furuya vivía con su hermano en Chiba, cerca de la capital nipona.
En Kobe, en el oeste de Japón, funcionarios descubrieron que habían perdido el rastro de 105 ciudadanos que superaban los cien años, de los 847 registrados en la ciudad. Uno de los supuestos domicilios de una mujer de 125 años es un parque desde 1981.
Desde entonces, las autoridades han comenzado a tratar de reunirse en persona con los mayores de 100 años. «También deberíamos hacer lo mismo con quienes tienen más de 90 o 95», afirmó el portavoz Hisashi Nobuhara.
En Osaka, otra ciudad del oeste del país, tampoco se han podido localizar a 63 de los 857 ciudadanos centenarios registrados. Un hombre de supuestamente 127 años, que sería el más longevo del mundo, resultó haber muerto hace 44 años. Además, las investigaciones revelaron que otra mujer nacida hace 123 años falleció hace tres décadas.
Hacía tiempo que las autoridades de Osaka eran conscientes de que varios ciudadanos estaban desaparecidos, pero no compartieron esa información con otros departamentos. Según funcionarios, el problema se debió al papeleo.
El ministro de Salud y Bienestar, Akira Nagatsuma, instó a buscar una manera mejor de seguir la pista a los ancianos y propuso que funcionarios locales se reúnan con los residentes mayores de 110 años en persona.
Según algunos críticos, la situación se debe al impacto social de la rápida industrialización de Japón y el colapso de las comunidades agrícolas. El aislamiento de los ancianos es consecuencia de la degradación de los lazos familiares, dijo Kohei Yoneyama, director de la red Nagareyama Friendship, un grupo ciudadano que ayuda a que los ancianos se ayuden a sí mismos.
«Sabemos que cada vez la gente tiene menos lazos los unos con los otros», afirma Yoneyama. «No consigo entenderlo», añadió. «Es imposible tratar mal a tus propios padres».
Y la reciente polémica no es precisamente buena señal para Japón, una de las sociedades que más rápido están envejeciendo. Los mayores de 65 años suponían ya en julio el 22,8% de la población total del país, de 127,4 millones. Y se prevé que ascienda a un 29,25% en 2020 y a un 33,7% en 2035.
El ciudadano japonés más longevo confirmado hasta la fecha es Chiyono Hasegawa, una mujer de 113 años residente en Saga, en la isla sureña de Kyushu.
Agencia DPA
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