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Gobierno alimenta kirchnerismo "superstar" y al PJ anárquico
Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores nacionales del Frente para la Victoria, no estará hoy apoyando a la expresidente en el escenario que se montó frente a los Tribunales Federales. Alineado con los gobernadores del PJ, Pichetto recién emitió un comunicado de respaldo el lunes por la noche, 48 horas antes de la declaración indagatoria de la exjefa de Estado por la venta de dólares a futuro. El peronismo senatorial, que aportó 26 votos a Cambiemos para aprobar la ley de pago a los holdouts, contrasta con el peronismo en Diputados. El bloque que preside Héctor Recalde pero que controla La Cámpora de Máximo Kirchner confirmó anoche la presencia de 73 diputados nacionales sobre un total de 80 humanidades, casi presencia completa hoy en Comodoro Py. Hasta Julián Domínguez se subirá al colectivo. Del Senado sólo estarán presentes los legisladores de La Cámpora como Anabel Fernández Sagasti, y el sanjuanino Ruperto Godoy. Viajarán todos juntos y aunaron esfuerzos ante la falta de presupuesto: se trasladarán en un micro escolar, como los que usan los militantes para llegar a las manifestaciones.
El Gobierno nacional busca cocinar a fuego lento al peronismo de 2017. En ese contexto de campaña electoral permanente, y luego de la presentación de una lista de unidad en el Partido Justicialista sin representación de la ultracristinista La Cámpora, se entiende la aparente actitud zen del Gobierno nacional frente a la reaparición de Cristina de Kirchner en la centralidad política. "La queremos activa para 2017 y con su propio caudal electoral, más allá del PJ", insisten desde Balcarce 50.
La Casa Rosada sigue de cerca el proceso de normalización del Partido Justicialista que presentó una lista de unidad: José Luis Gioja-Daniel Scioli. El macrismo no podría aspirar a un binomio más conveniente para sus intereses. Gioja es un interlocutor directo con el Gobierno nacional incluso dentro del bloque de diputados del FpV, dominado políticamente por La Cámpora. Scioli es la cara de la derrota del peronismo y sufre el "bullying" político de los gobernadores. El salteño Juan Manuel Urtubey le achacó "la peor derrota histórica del peronismo". Sergio Massa, tercero detrás de Macri y Scioli en las presidenciales, quedó mejor parado y con mayor cuota de poder que el exgobernador de Buenos Aires.
El Partido Justicialista evitó la interna y ahora espera zafar de una intervención judicial. El oficialismo le pone nafta en el tanque a este sector del peronismo ortodoxo liderado por los gobernadores siempre y cuando no se cohesione y reorganice de cara a las elecciones legislativas del próximo año.
Ayer el apoderado del Partido Justicialista, Jorge Landau, apeló el fallo de la jueza electoral con competencia electoral María Servini de Cubría, que prorrogó hasta el 28 de abril la fecha de cierre de listas en la interna del PJ, en tanto que Eduardo Duhalde reclamó una "intervención colegiada". Las elecciones se realizarían, por ahora, el 8 de mayo.
Para alimentar esa estrategia de eventual intervención del PJ y desmembramiento del peronismo, la reaparición de Cristina de Kirchner transmitida casi en cadena nacional por todo el arco mediático aparece como un fenómeno ideal para echar nafta ante un peronismo anárquico. Son dos peronismos enfrentados y, por ahora, sin terminales en común de cara a las elecciones 2017. La tercera porción del peronismo es el Frente Renovador de Massa, quien marca la línea de flotación de Cambiemos en el Congreso. Sin los legisladores del Frente Renovador, el macrismo no puede aprobar proyectos de ley ni avalar la legalidad de los Decretos de Necesidad y Urgencia de Mauricio Macri, casi un callejón sin salida.
Macri parece apostar entonces a un peronismo cabeza de medusa. Diluido en el Congreso entre el Frente para la Victoria, el Bloque Justicialista y el Frente Renovador. Por eso el Presidente se mostrará hoy en Salta junto a Urtubey, uno de los primeros detractores del kirchnerismo en la liga de gobernadores PJ. En Córdoba estará Rogelio Frigerio junto a otro mandatario peronista, Juan Schiaretti, aliado de Massa, para estrenar junto a Javier Ortiz Batalla y al vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, la primera sucursal del Banco Ciudad en esa provincia. Mañana, el ministro del Interior y Obras Públicas sobrevolará Entre Ríos junto al gobernador Gustavo Bordet para llevar ayuda a zonas inundadas.
Esa lógica explica la relajación oficial ante el nuevo desembarco de la expresidente en el escenario político. Esa ausencia de línea editorial definida del peronismo, acéfalo y sin una conducción unificada, alimenta el músculo electoral del Gobierno de Macri. Es incluso la excusa a la que apelan diputados y senadores para negociar leyes con la Casa Rosada. Ocurrió con la aprobación de la ley de pago a los holdouts. "Sigamos hablando, hasta que no se normalice el partido no vamos a tener una posición definida", deslizaban los legisladores del peronismo, que terminaron votando junto al oficialismo.
Como contracara de este escenario idílico y quirúrgico que relata el oficialismo, el Gobierno no pudo contener a Bonadio y el mix Justicia federal + ajuste/sinceramiento de la economía le regaló el escenario a Cristina de Kirchner en una causa judicial donde no corre demasiados riesgos, a diferencia de la denominada Ruta del Dinero K, que ya tiene preso a Lázaro Báez, amigo íntimo, como mínimo, de la ex familia presidencial. Sin el contexto de suba de tarifas de luz, gas, agua, naftas, transporte público, alza de precios, y despidos, el regreso de la expresidente rodeada de militantes hubiese sido apenas un dato de color. Hoy se convirtió en una cuestión de Estado.
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