9 de octubre 2013 - 00:00

Insiste fondo buitre: “Queremos negociar”

Facsímil del Financial Times donde se publicó el lunes el artículo en el que el responsable de un fondo buitre llama a la Argentina al diálogo.
Facsímil del Financial Times donde se publicó el lunes el artículo en el que el responsable de un fondo buitre llama a la Argentina al diálogo.
"Ya es tiempo de que la Argentina hable con sus acreedores", tituló Jay Newman, director de Elliott Management Corporation, una nota publicada el lunes en el Financial Times. Allí, asegura que intentó negociar en varias oportunidades con funcionarios de la Argentina antes de llegar a un juicio en Nueva York. Y señala que su firma, junto a otros tenedores que no entraron a los canjes de deuda, están "dispuestos a retomar las discusiones. Pero necesitamos alguien del otro lado de la mesa. Necesitamos a la Argentina para dejar al default de 2001 en el pasado".

A continuación, los principales puntos del artículo:

  • Cuando un país experimenta una crisis de deuda, sus líderes tratan generalmente de resolver la cuestión tan rápido como pueden. La Argentina es diferente. Casi 12 años después de defaultear más de u$s 80 mil millones en deuda, sus problemas todavía no están resueltos.

  • Por más de una década, les dejamos claro al Gobierno argentino y a sus abogados que estamos listos para sentarnos a discutir una resolución. Se negaron siempre a escuchar. Aunque el país puede afrontar fácilmente el pago de la deuda, sus lideres han elegido desperdiciar el dinero del país y el tiempo para desatar una batalla legal contra sus acreedores impagos.

  • Esta batalla legal llegó a su punto más alto en agosto, cuando la Corte de Apelaciones de EE.UU. por el segundo circuito de Nueva York rechazó por unanimidad todos los argumentos de la Argentina, tildándola de "deudor recalcitrante" y ordenándole ajustarse a sus obligaciones contractuales.

  • Por televisión, tres días más tarde, Cristina de Kirchner suplicó a la Suprema Corte anular la revisión, pero también prometió desafiar a la Corte si su fallo no era a favor de la Argentina.

  • Ayer (el lunes), la Corte negó la petición argentina de revisión. Es tiempo de que la Argentina termine con sus amenazas y enfrentamientos.

  • Intentamos tratar con la Argentina en buenos términos. En 2003, cené con Guillermo Nielsen, secretario de Finanzas. Mi punto era que la Argentina podía maximizar el número de acreedores que participaran de la reestructuración si buscaba conciliar y abrir un proceso de negociación.

  • El consejo estaba bien fundamentado. De acuerdo con el FMI, "amplias discusiones informales", entre Pakistán y sus acreedores consiguieron un 99% de participación en el canje de 1999. En 2002, un 100% de acreedores de Moldova acordaron un plan de reestructuración después de negociaciones amplias.

  • Como otras de las últimas reestructuraciones de deuda soberana conseguidas a través de negociaciones, éstas se completaron en meses. En la cena con Nielsen, le ofrecí la experiencia de mi compañía. Lejos de esto, su equipo se negó a negociar.

  • En cambio, en 2005, la Argentina ofreció a los acreedores que "tome o deje" un bono de canje valuado en 25 a 27 centavos por dólar, aproximadamente. Sólo un 76% de la deuda en default, mucha provenía de los argentinos, que tenían pocas opciones. Más de la mitad de los acreedores del exterior rechazaron el trato.

  • En 2010, la Argentina siguió con una segunda oferta unilateral, incluso en peores términos. Esta conducta desmoralizó a los holdouts, lo que causó que vendieran sus bonos a nuevos compradores, quienes tomaron la oferta. Nuestra firma y otras pocas, con miles de pequeños inversores de la Argentina, Italia y otros, continuaron intentando un trato justo.

  • Continuando con el segundo canje, me encontré con Hernán Lorenzino, entonces secretario de Finanzas, y hablamos sobre cómo podría acordarse una reestructuración con el remanente de holdouts. La conversación cordial me dejó con la impresión de que podríamos trabajar juntos, pero no volví a escuchar nada.

  • Algunas veces en 2011, colegas y yo nos encontramos con Alfredo Chiaradía, el embajador argentino en EE.UU. Pensamos que había un compromiso para avanzar en una discusión, pero él dejó su puesto y nuestro pedido de encontrarnos con su sucesor rotundamente rechazado.

  • Además, después de algunas audiencias en la Corte, les pedí a los abogados argentinos que le indicaran a su cliente que queríamos negociar. Nunca tuvimos respuesta.
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