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La “Adriana” de la discordia
• DIÁLOGO CON ANÍBAL LÁPIZ, VESTUARISTA Y DIRECTOR ESCÉNICO DE LA ÓPERA CON LA QUE EL COLÓN ABRE HOY SU TEMPORADA LÍRICA
Con Virginia Tola en el papel protagónico de la ópera de Francesco Cilea, que la semana pasada abandonó intempestivamente -según su conocida costumbre- la diva rumana Angela Gheorghiu, el Teatro Colón da hoy inicio a su temporada lírica del año.

Lápiz. El vestuarista y director escénico de “Adriana Lecouvreur” en uno de los ensayos en el Teatro Colón.
P.: En el trabajo actoral, ¿prefiere transmitir su visión al cantante o ver lo que él propone?
A.L.: No tanto lo que el cantante propone, porque ellos están a disposición de uno. A mí me gusta mucho ver el detalle, porque eso yo lo hacía con Roberto Oswald: cuatro ojos ven más que dos. Yo los dejo, pero llegado el punto les digo: "Más refinamiento, menos gestualidad". En una obra como ésta, en la actuación hay que tener en cuenta cómo se movía la gente de esa época, a veces con miriñaques de un metro. Eso condiciona el movimiento. Si el cantante prefiere pasar por otro lado para llegar a la misma situación, a mí no me preocupa. Lo permito porque sé que el cantante está más libre, no lo impongo "porque lo digo yo". Es difícil, porque esto no es como en el teatro, donde se ensaya meses y se sabe quién va a actuar. Aquí, como en este caso, hay alguien que no aparece y hay cambios de último momento. La ópera tiene una condición rara. Después de tantos años he visto de todo, desde lo mejor hasta lo peor. Pero hay que tratar de que haya una lógica teatral. Eso sí me preocupa.
P.: Además el cantante está constantemente condicionado por la música.
A.L.: Exactamente, tiene que adaptarse a ella. Por eso los admiro tanto. Hay que estar, tenemos que estar, muy locos, pero también es gente muy inteligente. Y después están aquellos que sin que uno se dé cuenta se le van de las manos, o empiezan a exagerar o a hacer cosas que uno no le marcó. Y el problema es que esas cosas se las endilgan a uno. Si está fantástico, es fantástico él; si es un queso, es culpa del regista. Hay mucha gente que no se sabe mover, y no tiene que ver con las medidas, el peso o la altura. Hay gente potente y súper ágil, y otra que no se sabe mover. Y eso no se enseña en 15 días.
P.: ¿De qué manera influye en su tarea actual como director de escena toda su trayectoria como artista visual de teatro?
A.L.: Son muchos años de estar en los ensayos. Una vez, haciendo una "Walkyria", James Morris me dijo: "Debe ser el único diseñador de vestuario que se queda en los ensayos". Y sí... yo amo la ópera, no hago "ropita". Yo trabajo en favor del artista, voy a hacer que esté contento y que se lo vea bien, porque no hay peor cosa que una persona que se siente incómoda o ridícula en su ropa. Esto también es un trabajo en equipo. Eso de decir, como un artista conocido, "a mí me fue muy bien", no sé qué quiere decir. Nos tiene que ir bien a todos.
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