10 de agosto 2017 - 22:41

La disputa interna por la provincia

En Buenos Aires, este domingo, se empieza a jugar gran parte de lo que será la elección de 2019. Desplantes, avasallamientos y estrategias de los partidos en el campo de batalla más populoso.

La disputa interna por la provincia
Es un final cantado. Lo saben propios y ajenos. Los que gobiernan, los que quieren volver y los que nunca estuvieron. Entran todos. Los pesos pesados, los que manejan bien la pluma para el discurso y las moscas que siempre están dando vueltas en derredor del mejor pastel. En Buenos Aires, todos compiten en la misma categoría. Y el escenario, poco se asemeja a un ring. No hay reglas y nadie usa cabezal. El campo es el barro. Y es ahí adonde todos bajan, como se dice en la jerga política, para poner en práctica el plan táctico y estratégico de la guerra. Porque todos están al tanto de que el que gana, ya tiene el perfil tres cuartos sacado para la próxima foto.

Las 64 intendencias que consiguió Cambiemos en 2015 a nivel provincial son un bastión necesario para sostener la gobernabilidad de cara a 2019. La orden vino de arriba. Continuar con la estrategia que los llevó a quedarse con la Provincia. Es por esto que gran parte de los ministros se acercaron a los diferentes municipios del conurbano para interactuar con la gente e intentar generar un mayor caudal de votos en términos provinciales, pero sobre todo para apuntalar a los jefes municipales propios.

Pero el problema no siempre está del otro lado. El armado de listas provocó fuego amigo que dejó ciertas heridas que la alianza prefirió no mostrar para dar una clara señal de fortaleza. ¿Los más perjudicados? Los radicales alfonsinistas. Basta revisar las diferentes boletas para darse cuenta que los nombres que vienen del partido centenario quedaron muy atrás. "La idea primaria era ir en cuarto lugar, y quedé séptimo", asegura un candidato del norte del Conurbano que, según sus propios números, no podrá ingresar. Y agrega que "esto no quiere decir que tras las elecciones pueda haber un rompimiento, pero ya sabemos que debemos despegarnos un poco más de los personalismos".

No son los únicos en desacuerdo. En la Coalición Cívica tampoco quedaron muy convencidos, pero apuestan todo a Lilita Carrió. "La estrategia es mostrar un equipo, pero esa no es la realidad. Lo que se termina mostrando son figuras. El PRO avasalla. Pone el sello y sigue", asegura un referente provincial de la C.C. Pero el macrismo también sabe guardar distancia. A San Isidro, donde gobierna el aliado Gustavo Posse, bajaron diferentes ministros como Dietrich y Burzaco, pero prefirieron no interferir con la presencia Guillermo Montenegro, quien ya intentó tomar el poder del distrito y que, se sabe, sigue con ganas. Sus referentes, incluso, quedaron en cuarto y séptimo lugar.

Del otro lado de la línea, el peronismo tiene una rencilla que está más a la vista y que terminó quedando expuesta en el desacuerdo entre Cristina de Kirchner y Florencio Randazzo. ¿Pero hasta dónde llegan las balas? Ya que esas diferencias luego bajan a los municipios. Los randazzistas saben que luego del 13 de agosto, el escenario quedará más polarizado y que quizá haya una fuga de votos hacia la ex presidenta. Y aún más. Puertas adentro son conscientes de que, si Cristina logra una ventaja fuerte, quedarán como parte de un frente opositor que buscará una cabeza mayor para enfrentar a Cambiemos en 2019. "Si en La Matanza hacemos un Cristinazo, podemos llegar a sacar diez puntos de ventaja a nivel provincial, lo que provocaría un quiebre importante", asegura el concejal Ricardo Rolleri (ver nota en página 7).

La historia lo marca. Las elecciones de medio término, casi siempre, resultan un plebiscito de gestión. De esa manera lo utiliza gran parte de la oposición. Desde Unidad Ciudadana hasta los partidos de izquierda y el propio massismo, que sólo cuenta con 10 intendencias a nivel provincial. El macrismo, en cambio, no quiere asociar una eventual derrota de Esteban Bullrich en Provincia como marketing de campaña. Para Bruno Baschetti, precandidato a concejal por Unidad Ciudadana en San Miguel, a Cambiemos no le conviene hablar de plebiscito porque "forma parte de una estrategia clara que es cuidar la figura de Macri de cara al futuro. Pero el problema es que no pueden hablar de economía porque los vecinos no llegan a fin de mes. Los comerciantes perdieron el 40 por ciento de las ventas. Lo que está haciendo el macrismo no es un modelo novedoso. Es lo mismo que sucedió en de 2001. Es algo arcaico".

Guillermo Castello, diputado provincial por Cambiemos, también cree que las elecciones son importantes. "En octubre, incluso, vamos a mejorar los números que hagamos en agosto porque la gente todavía no entendió la importancia de las PASO. Todos aquellos que no vayan a votar en esta primera instancia lo harán en octubre y para ese momento la economía va a estar mejor". Y suma que "para esa época va a estar más polarizada la elección y eso nos va a llevar a consolidarnos más por todas las acciones que estamos llevando para reafirmar el cambio".

La estrategia de Cambiemos se profundiza más por fuera del conurbano, donde es más fuerte y tiene mayor número de aceptación. Pero claramente no está el caudal de votos que modifica la cuestión."Escuchamos a la gente para saber cuáles son los problemas en concreto y hablamos con los intendentes. Es algo que hicimos en 2015 y seguimos haciendo desde entonces a pedido de la gobernadora. Lo importante es ver cómo las obras que estamos haciendo impactan en los vecinos. Nosotros pasamos, pero las obras quedan", dice Eduardo "Changui" Barragán, diputado provincial, quien estuvo realizando los famosos timbreos en Azul, Bolívar y Saladillo como parte de la estrategia de Cambiemos.

Ya sea a viva voz o a puertas cerradas, todos coinciden en afirmar que en estas elecciones se juega gran parte de lo que será el escenario de 2019. "Todos posan para la foto, pero son pocos los que vuelven a meter las patas en el barro luego de las elecciones", sostiene un concejal de Morón.

Tras casi 20 meses de gobierno, Cambiemos tendrá su primera prueba, Cristina volverá a poner en juego su figura y Massa buscará hacerse fuerte para que no se polarice la elección. La puja de votos de cada distrito será clave para determinar ganadores y perdedores de una batalla de gran caudal.

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