17 de septiembre 2012 - 00:00

La sugestión de la poética de Delmonte

«Memoria de un aguayo», óleo sobre tela de Alberto Delmonte (2004), que integra la muestra retrospectiva en su memoria.
«Memoria de un aguayo», óleo sobre tela de Alberto Delmonte (2004), que integra la muestra retrospectiva en su memoria.
«Un cuadro se parece a un mensaje dentro de una botella arrojada al mar con la esperanza de que otro lo recoja y entre ambos nos ayudemos a crecer, vivir, a despertar o a pensar juntos». Uno de los tantos conceptos que Alberto Delmonte (Buenos Aires, 1933-2005) tenía acerca de la pintura, del ser artista, del hombre frente al arte.

La exposición -homenaje que se realiza actualmente en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori-- sitúa ante una obra en la que entre el cuadro y el contemplador flota algo desconocido, algo que intriga. Algunos conocen o quizás reconozcan signos, caligrafías subyacentes entroncadas con la América Central, con la América del Sur, pero lo que Delmonte ha hecho es incorporar al concepto constructivo, «la poética del lugar», de este lugar, «mi lugar, la presentación--si cabe la posibilidad-de lo que somos».

Siempre lo atrajo el elemento sígnico, el símbolo, lo arcaico, lo primitivo, para transmitir sus ideas y su compromiso pero también lo emplea como valor plástico. Otra de las características de este artista, «maestro» como lo siguen llamando sus discípulos, seguidores de sus postulados y que han desarrollado un lenguaje personal, es llevar al espectador una actitud de sosiego, hoy casi inexistente en este mundo ultra interconectado, que le permita ver la posibilidad de un mundo trascendente.

De allí la utilización de elementos ligados a la tierra, de la revalorización de las culturas de América, pasión que abrevó en sus estudios de antropología con Guillermo Magrassi, Rex González y Rodolfo Kusch. Con el tiempo, todo este simbolismo se volvió más despojado, «un proceso de síntesis que tiende a la valorización del silencio». Esto es lo que vamos a encontrar, descubrir y también disfrutar, una obra que no está contando ninguna anécdota, a pesar de títulos como «Nacimiento bajo la Cruz del Sur», «Cuzco», «Altiplánico» o «La Señora de los augurios» que aparentemente puedan darnos una pista.

En tiempos en los que se cede al apremio, a las leyes del mercado y en los que reina la popularidad temprana, basta mirar su obra para darse cuenta que no revela prisa alguna. Despojada de artilugios, sintetiza su postura en cuanto a la afirmación cultural, la revalorización de la historia y el legado de las civilizaciones indígenas, aunque haya sido hecha en la central Buenos Aires, de haber hecho suyas las enseñanzas de un Torres García de quien aprendió el concepto de unidad, orden, equilibrio, ritmo, tono pero del que no quedó prisionero.

Alberto Delmonte logró resonancia entre perceptor y percepción, entre la obra de arte y aquél que la recibe. Obra universal y trascendente de un artista del que recibimos muchas enseñanzas, del que disfrutamos su presencia y su amistad. «Bajo la Cruz del Sur- Paradigma y Construcción», curaduría de Silvia Della Maddalena cierra el 14 de octubre (Av.Infanta Isabel 555, frente al Rosedal).

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