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“Las puestas de ópera se hacen hoy para agredir”
El artista argentino, afincado hace 15 años en Viena, formula un fuerte diagnóstico sobre el estado de la música en Europa, que “envenena al público”.
Periodista: ¿Cuál es su percepción del estado actual de la música académica en Europa en comparación con el local?
Pablo Boggiano: Antes de ser director de orquesta soy público. Y veo que la producción artística que da Europa está alejada de su público. La mirada en las raíces de la música, que es la música popular, en Europa está casi ligada a América Latina. Si uno ve cómo crece el consumo del tango a nivel internacional es escandaloso, por la calidad y porque no hay competencia: ni en Alemania, Francia o Italia hay una música popular propia querida, con una tradición y al mismo tiempo novedosa. El vals sigue siendo una pieza de museo. Eso aquí no sucede con el tango. Eso lleva la mirada europea a estos centros. En ese marco, un compositor argentino como Esteban Benzecry tiene un éxito increíble. Es música que le gusta incluso a la gente que no es entendida, que es la que me interesa a mí.
P.: ¿Por qué?
P.B.: Porque es el parámetro. Hoy en día las puestas de ópera están hechas para agredir y provocar al público. Entonces pasa lo que pasó en el Colón cuando se dio hace poco la "Tosca" en una producción histórica, con todas las localidades vendidas. En Viena se hacen óperas que son un atentado cultural, un terrorismo artístico con consecuencias. El arte es un fruto: si ese fruto tiene un veneno, la sociedad queda envenenada. Y queda condenada a ese veneno. Si a la sociedad se le da un fruto que alimenta, eso repercute de manera positiva. El fenómeno de óperas que se dio en agosto en Buenos Aires es muy particular. Una producción en el Avenida puede plantarse de cara a grandes teatros del mundo y decirles "acá se pueden hacer las cosas bien".
P.: Y demostrar que no es un arte minoritario.
P.B.: José Antonio Abreu dice que el arte culto nace de minorías para minorías, con la industria discográfica hace que sea de minorías para la clase media, y con la creación del sistema venezolano de orquestas pasa a ser de mayorías para mayorías, porque las orquestas infantiles y juveniles no involucran sólo a los músicos sino a las familias y su entorno, y eso crea una comunidad gigantesca. Ese modelo se está repitiendo en varios países de América y Asia. El futuro de la música es de los instrumentos para orquesta sinfónica.
P.: ¿Cómo surge su interés por el rescate de obras de compositores argentinos?
P. B.: Me tocó dirigir el poema sinfónico "Huemac" de Pascual De Rogatis, y me encontré con una orquestación y un lenguaje de una riqueza enormes. Me interesé por el compositor, que vivió casi 100 años. En Viena, dediqué gran parte de mi tiempo a esta música.
P.: ¿A qué conclusiones pudo llegar?
P. B.: Él vivió en una época en la que por las guerras el foco cultural pasó a Sudamérica y a Estados Unidos. En la orquesta de Tucumán uno podía tener al concertino de Berlín. Ese contexto cultural da a Borges, Bioy, Cortázar, Arlt, Petorutti, Xul Solar, Spilimbergo, ¿y en música sólo a Ginastera y Piazzolla? ¿Son los únicos compositores que dejaron fuera del país: Ginastera en Estados Unidos y Piazzolla en Francia? Entonces hay que hacer algo.
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