Se trata de "burócratas que resisten la política de cambios, sin enfrentársele, pero metiendo cortapisas y huelgas de brazos caídos, defienden sus espacios amenazados", dijo Rafael Hernández, director de la revista Temas, única bajo control estatal que analiza asuntos de ideología y sociedad.
Por su parte, el exdirectivo de la Universidad de La Habana, el ensayista Esteban Morales, aseguró que "todo el que atente en la actualidad contra el proceso de reformas es en la práctica un contrarrevolucionario, es una oposición real", utilizando.
Años atrás, el líder cubano Fidel Castro impuso el término "contrarrevolucionario" para los opositores.
El Gobierno de Raúl Castro puso en marcha una "actualización" del agotado modelo económico de corte soviético, avalada por el VI Congreso del Partido Comunista (único) en abril de 2011, que abrió espacio al trabajo privado y cooperativo, y dio cierta autonomía a las empresas estatales, con el fin de "preservar el socialismo".
"El sector inmovilista no tiene una característica etaria o geográfica", señaló Arturo López-Levy, de la Universidad de Denver, Colorado.
En él "pueden militar burócratas junto a nuevos ricos corruptos que se beneficiaron de la incapacidad de control del anterior modelo centralizador" de la revolución cubana, agregó el exdiplomático y exprofesor universitario Carlos Alzugaray.
También "los que no están de acuerdo por razones ideológicas, que están en la sociedad civil y no son pocos", indicó.
Para Morales, los inmovilistas "todavía se encuentran en las filas del Partido Comunista o del Gobierno, incluso, a veces ocupando cargos importantes". Mientras que Hernández sostuvo que quienes resisten las reformas "no son oposición", pues "carecen de proyecto propio".
Sobre las consecuencias de la gradual apertura económica en Cuba, el periodista Raúl Garcés consideró que "no es posible que emerjan nuevas relaciones económicas, sin que emerja, en una cadena simultánea de acciones y reacciones, una nueva configuración de las relaciones sociales".
El presidente cubano criticó la "burocracia" en la isla y llamó al "cambio de mentalidad" en varias ocasiones al defender su programa de reformas.
Pero Alzugaray cree que "es difícil aceptar que los que fueron responsables de los desastres en materia de política económica a lo largo de 50 años cambien de mentalidad de la noche a la mañana".
Frente a reformistas e inmovilistas, la disidencia cubana tradicional sigue plantada en sus denuncias, buscando un cambio político radical, mientras el Gobierno la acusa de ser "mercenaria" de Estados Unidos.
"Aunque opositores y conservadores antirreformas alimentan mutuamente sus respectivas polarizaciones políticas, ni son lo mismo, ni es concebible que puedan tener una colaboración explícita", dijo López-Levy.
Los cuatro analistas consultados coincidieron en que la gran debilidad de la disidencia cubana es "la carencia de un proyecto propio".
"Las recientes giras de varios opositores por el mundo demostraron que la oposición cubana necesita también una 'actualización'", pues los pronunciamientos de la bloguera Yoani Sánchez o del psicólogo Guillermo Fariñas "fueron más denuncia que anuncio, más crítica que propuesta", destacó López-Levy. "No es sorprendente entonces que sigan siendo, en la ecuación política interna, virtualmente irrelevantes", agregó.
El catedrático señaló, además, que durante medio siglo en Cuba se "aplastaron o disminuyeron significativamente las probabilidades de una oposición leal", dentro del sistema. Pero Hernández sostiene que esa oposición leal, que "aboga por políticas alternativas sin hacerle la guerra al Gobierno" ya existe en la isla, pues "entre los 769.318 militantes del Partido Comunista, y también fuera, hay numerosos disentidores abiertos, (pero) leales".
Agencia AFP |
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