14 de julio 2017 - 23:12

Macrismo vs. Pepsico: la hora de evaluar daños

• EMPRESAS "COLEGAS" ANALIZABAN LA CRISIS COMO UN EJEMPLO DE "CÓMO NO HAY QUE HACER LAS COSAS"
Para el Gobierno la compañía “hizo todo mal”. Buscan ahora “despegarse”. Se buscó evitar la toma de la planta por parte de los “troskos” y se terminó pagando un costo de imagen y monetario muy superior al calculado.

Inoportuno. La página oficial de Pepsi informaba hasta ayer el cierre de una promoción de la época de la Champions League. Obviamente nadie de la empresa advirtió sobre la ironía de la situación.
Inoportuno. La página oficial de Pepsi informaba hasta ayer el cierre de una promoción de la época de la Champions League. Obviamente nadie de la empresa advirtió sobre la ironía de la situación.
"Pepsico hizo todo mal. Ahora no sabemos cómo despegarnos". Crudo, un alto funcionario del Gobierno nacional reflexionaba ayer sobre las consecuencias directas que tendría sobre el oficialismo el desenlace del conflicto que la empresa fabricantes de productos alimentarios "snacks" en la campaña electoral. Precisamente en el terreno donde socialmente más firme debe avanzar el macrismo: el conurbano bonaerense. Más precisamente en Vicente López, una de las pocas localidades donde, a priori, el Gobierno tendría algún tipo de ventaja, luego de haber vencido con autoridad en las últimas dos elecciones. Ahora se apenaban, habrá que recomenzar casi de cero la relación con la comunidad.

Desde el Ejecutivo se avanzaba ayer con múltiples explicaciones públicas sobre la actuación del Estado nacional y provincial ante la toma y desalojo de la planta de Pepsico en Florida (ver información en página 22). Desde el Gobierno de María Eugenia Vidal, responsable del desalojo, se afirmaba que se cumplieron ordenes judiciales y que se hizo con el menor nivel de riesgo posible. Desde el Ministerio de Trabajo se mencionaba que más allá de la toma de la planta, el 80% de los empleados de Pepsico despedidos, por la presión de la cartera que maneja Jorge Triaca, aceptaron una indemnización del 200% más la posibilidad de contar con seguro médico hasta abril del año próximo. El Ministerio de la Producción de Francisco Cabrera se defendía afirmando que no hay invasión de alimentos importados y que existe un efectivo incremento del consumo. El Ministerio de Desarrollo Social, Carolina Stanley, afirmó que el Estado "está trabajando" para que el conflicto se resuelva "de la mejor manera posible". Hacia la tarde, cuando las protestas en Capital se aplacaban, desde la Casa de Gobierno se ordenaba a todo el Gabinete estar preparados para que, al menos hasta las PASO del 13 de agosto, no haya más casos como el de Pepsico; interpretando la definición no como una embestida contra las protestas, sino al cierre intempestivo y sorpresivo, para el mismísimo Gobierno, de una gran fábrica de consumo masivo perteneciente a una multinacional que, en teoría, debería estar colaborando con el Gobierno para que evitar retornos de modelos económicos enemigos de las propias compañías.

Las críticas contra Pepsico no sólo arreciaban desde el oficialismo, sino también desde los propios privados. Para muchos especialistas en marketing y responsables de relaciones institucionales de compañías colegas y competidoras, el ejemplo de Pepsico Argentina y su cierre de la planta de Florida será analizado con los años como un horror en el manejo de una crisis. En conversaciones telefónicas cruzadas se opinaba que el resultado que arrojaban las imágenes de ayer con el desalojo de la planta de Florida eran el ejemplo de cómo hacer "todo mal". Las críticas comenzaban en la manera en que comenzó el conflicto. Se mencionaba que Pepsico tenía todo planeado desde hace tres meses, cuando desde las sedes de Estados Unidos llegó la orden de cerrar la planta por cuestiones productivas y se decidió que la explicación pública sea la necesidad de una especie de reorganización debido a los "obstáculos inherentes a la ubicación de la planta". El segundo error, y probablemente el más importante de todos, fue haber decidido sorpresivamente efectivizar el cierre de la planta el miércoles 21 de junio a la madrugada, el día después del feriado por el 20 de Junio, sin avisar siquiera a algún funcionario de la Nación o la Provincia de Buenos Aires de las acciones a tomar. Esto hizo, por ejemplo, que el propio Triaca debiera tomarse esa mañana entera para informarse sobre lo que había pasado en Florida. Para peor, la manera en que se eligió la comunicación del cierre a los trabajadores fue pegando un papel con cinta adhesiva en una de las puertas del establecimiento que indicaba que el personal quedaba "transitoriamente liberado de prestar servicios", aclarando que lo hacían "manteniendo el goce de haberes". A partir de allí, el conflicto se espiralizó. No sólo se enteraron de esa manera los operarios, sino también sus jefes y hasta el personal de seguridad que debía mantener el establecimiento liberado "Si avisábamos nos tomaban la planta los troskos", explicaban algunos directivos de la empresa, casi desde la clandestinidad, ya que tenían absolutamente prohibido cualquier contacto público, explicando la situación, más allá de algún que otro confuso comunicado vía redes sociales. Desde el Ministerio de Trabajo se reunieron a las partes, comenzaron las negociaciones, que finalmente llevaron a que Pepsico debiera aumentar sustancialmente su oferta inicial llevando la indemnización al doble de lo legal y garantizando medio año más de cobertura médica. No pudo evitar sin embargo que "los troskos" tomaran la planta, hasta el desalojo de ayer. Mucho menos pudo evitar la empresa que comenzaran a circular y viralizarse por las redes sociales imágenes de algunos de los productos que Pepsico fabricaba en la planta de Florida con la leyenda "Made in Chile", lo que demostraba que una de las máximas explicativas de la compañía, que la producción se trasladaría a Mar del Plata, quedaba, al menos refutada. Esto provocó una reacción de consumidores llamando vía Twitter, Facebook e Instagram (donde militan la mayoría de los consumidores de Pepsico) a no consumir los productos de la multinacional y hasta se mencionaban las alternativas de snacks de empresas nacionales y extranjeras con las que se podrían reemplazar las papas fritas y similares que comercializa la empresa.

Se llegó así al desalojo de ayer y a las imágenes en cadena nacional de la violencia en Florida. La televisión mostró hasta cómo se desalojaba un colegio primario ante el peligro que los gases lacrimógenos intoxicaran a los menores. Todo con el logo de Pepsico como fondo. Al mismo tiempo circulaba la evidentemente poco actualizada página web de la empresa "www.pepsi.com.ar", donde aparecía la culminación de una tal "Promo Super Hincha" donde se explicaba : "LO SENTIMOS!!! LA PROMOCIÓN YA FINALIZÓ. GRACIAS A TODOS LOS QUE PARTICIPARON. NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA". La idea de "siga Participando" coincidía en tiempo y forma con el desalojo de la planta de Florida.

"No podemos ser tan boludos", se lamentaba uno de los responsables de la empresa en estrictísimo off the record, que reflexionaba sobre el terreno devastado sobre el que la compañía debe comenzar a trabajar desde hoy. La planta finalmente tomada por "los troskos", liberada vía gases lacrimógenos. Una corrosiva cadena en contra de los consumos de los productos de Pepsico envenenando las redes sociales. Trenes conurbanos bloqueados y el centro de la Ciudad de Buenos Aires enloquecido por sindicalistas que adherían a la protesta. La CGT acelerando el llamado a un paro nacional para que no se repita "el caso Pepsico". Políticos en campaña circulando alrededor de la planta (más otros desde sus hogares vía Twitter) buscando votos. Una relación con el Gobierno (que entre otras cosas deben autorizarle las importaciones con que se reemplazará parte de lo producido en Florida) absolutamente rota. Y, lo peor, un costo indemnizatorio de más del doble de lo normal, con el costo financiero que esto tendrá para las arcas de la compañía. Seguramente, al tomarse la decisión en Estados Unidos, no se previó que desde Buenos Aires la crisis se manejaría de esta manera.

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