La autora cordobesa de novelas románticas con trasfondo histórico, que la han convertido en best seller, reedita el libro sobre el romance de una maestra en el momento en que nuestro país rompió relaciones con el Vaticano.
Rivero. “Es interesante que antes la novela romántica era para las mujeres y hoy han crecido los hombres que la leen”.
Tras el éxito de "Los colores de la felicidad", su novela romántica en medio de la Revolución Cubana que fue best seller el año pasado, la escritora cordobesa Viviana Rivero ofrece una nueva edición revisada de "Mujer y maestra" (Planeta), que le deparara hace siete años el Premio Novela Histórica de San Luis, con Pacho O´Donell, Lucía Gálvez y Muriel Balvi como jurados. Le enorgullece poner nuevamente en las librerías el recuerdo de "la valentía que demostraron maestras que enfrentaron la cerrada sociedad argentina de 1880, a la Iglesia católica a la que pertenecían y a sus propias familias, en tiempos en que las únicas vocaciones que una mujer podía abrazar eran de esposa o monja".
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Periodista: ¿Cómo aparece en su novela, contando el romance de una maestra, el momento en que la Argentina rompe relaciones con el Vaticano?
Viviana Rivero: El conflicto estalló en la provincia de Córdoba, si bien partió de una decisión nacional. El presidente Roca había promulgado la ley de enseñanza laica, gratuita y obligatoria impulsada por Sarmiento, quien además había hecho venir al país maestras estadounidenses por su ejemplar forma de educar a los chicos para su vida diaria y no sólo brindarle enseñanzas. El nuncio papal Luis Mattera intentó evitar que vinieran a dirigir los establecimientos de enseñanza, las escuelas normales. Y la primera Escuela Normal, el primer colegio estatal sin enseñanza religiosa, se fundó en Córdoba en 1885. Desde el púlpito, la Iglesia condenaba la escuela normal, se decía que allí se iba a propagar la religión protestante, que quiénes eran esas norteamericanas para venir a enseñarnos algo, y se pedía a los padres que no manden a sus hijos. El Gobierno pide que cesen con esa campaña. El conflicto crece, Roca expulsa al nuncio apostólico y la Argentina rompe relaciones con el Vaticano durante quince años. Ese hecho enriquecía el escenario pasional de "Mujer y maestra en un mundo de hombres". En Córdoba la sociedad se dividió en dos. Se tomaban actitudes públicas. Hubo novios que por estar a favor de la Escuela Normal no encontraban cura que los quisiera casar. Hubo marchas de mujeres ultracatólicas, de vestido cerrado y largo hasta el suelo, que decían que el Colegio Normal estaba endemoniado y que había que ir a arrojarle agua bendita. Esa movilización fue contestada por una de las esposas de liberales, que apoyan el nuevo colegio. Chocaron cerca del Cabildo y hubo un violento enfrentamiento, revoleo de pancartas, empujones, tirones de pelo y griterías.
P.: Su protagonista, Mercedes Castro, para poder ser maestra, debe firmar un contrato que le indicaba cómo vestir y le hacía renunciar a cualquier relación sentimental.
V. R.: Se tomaba como una especie de sacerdocio ser maestra. Se le prohibía maquillarse, sus vestidos no debían dejar ver el tobillo ni ser coloridos, no se les permitía entrar a las heladerías porque eran como los bares, lugares vedados. La peor cláusula contra la libertad era que no podían tener novio ni casarse mientras estuvieran trabajando. Si algo así se llegaba a saber perdía el trabajo inmediatamente. Creo que fueron las primeras mujeres con vocación, están entre las que establecen una ruptura, un lugar profesional. A Mercedes, mi personaje, su tía le dice: ¿Qué es eso de querer trabajar? Acá la única vocación es ser madre o monja. La mujer pobre trabajaba por necesidad, lavando, planchando, limpiando. Las mujeres pudientes pasaban a ser mantenidas del padre al marido, no necesitaban trabajar, no tenían vocación. Aquellas maestras fueron la primeras con vocación, y eso fue un revuelo muy grande, están junto a las que entran a la universidad, las que luchan por sus derechos.
P.: Con eso ya tenía el condimento, sólo le faltaba la pareja y el romance...
V. R.: Mercedes se declara ciento por ciento mujer y ciento por ciento maestra. Es idealista, quiere cambiar el país con la educación. Firma ese contrato de maestra que limita su vida sentimental. Pero se encuentra con Manuel Urtiaga, un hacendado liberal porteño que no teme a esa nueva estirpe de mujeres, y la pone entre la espada y la pared, tiene que decidir entre su vocación docente y la de mujer, seguir junto a un hombre y olvidarse de sus ideales, de lo que quiere ser. Con el apoyo de Manuel, Mercedes enfrenta a su familia, a la sociedad y hasta al propio Gobierno.
P.: Cuando en su última novela colocó el romance en medio de la Revolución Cubana, decidió volver al modelo de "Mujer y maestra", un amor en medio de una crisis político social. ¿Considera que ése es su aporte a la novela romántica?
V. R.: En "Los colores de la felicidad", los inicios de la Cuba de Fidel Castro me permitieron mostrar distintas pasiones, la Cuba del glamour y la de la Revolución, debatir sobre el sentido de la libertad. La novela romántica permite mostrar que no sólo en las relaciones sentimentales las cosas no son tan sencillas. Creo que la novela romántica histórica vino a suplir la necesidad de la gente de saber qué había pasado en un momento determinado más allá de lo que nos enseñaron en la escuela, aporta la intimidad de un escenario humano. Entre nosotros había un vacío en ese aspecto. Es interesante que antes la romántica era la novela para las mujeres y hoy han crecido los hombres que la leen. Más que como una novela rosa me planteo contar una historia de vida. Y esa historia no tiene que estar limitada a lo simplemente sentimental, tiene que tener todo, la vida y la muerte, la nobleza y el crimen, el distanciamiento y el sexo, y pude encadenar generaciones enteras, los cambios que se producen, las culpas que se arrastran, en fin... ser una novela, más allá de pertenecer al género literatura romántica.
P.: ¿En qué está trabajando ahora?
V. R.: Los editores no me dejan adelantar el tema. Obviamente tiene una historia de amor y un hecho trascendental, y dramático que ocurrió en el país y en el mundo, entre 1910 y 1917.
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