- ámbito
- Edición Impresa
“Me interesó que alguien pueda dar y quitar vida”

Veronese: “Es una obra muy humana que excede ampliamente el tema del trasplante de órganos. Además, tiene humor y me generó muchas preguntas, como ‘La última sesión de Freud’ donde se discutía la existencia o no de Dios, sin inclinarse hacia uno u otro lado”.
Integran el elenco Gustavo Garzón, Alejandra Flechner, Gonzalo Urtizberea, Roberto Castro, Héctor Díaz, Ana Garibaldi y Julieta Vallina. El 23 de enero, Veronese reestrena en la misma sala, "Sonata de Otoño", con Cristina Banegas, María Onetto y Luis Ziembrowski.
Periodista: La pieza fue recibida en Estados Unidos como una cruza entre "Doce hombres en pugna" y la serie "E.R. emergencias".
Daniel Veronese: Hay escenas tan reales como las que pueden verse en "Grey's anatomy", "Dr.House" y otras series que muestran la trastienda de la profesión. Están los médicos que tratan a la enfermedad sin tener en cuenta a la persona, y los que practican un distanciamiento emocional para poder operar. A mí lo que más me interesa es el hecho de que alguien tenga la posibilidad de dar y quitar vida, con las implicancias que tiene esa herramienta, para él y para los demás.
P.: ¿Investigó en el tema de los trasplantes?
D.V.: Tuve varias entrevistas con el Doctor Francisco Aulet que se especializa en trasplantes renales. El nos asesoró sobre el tema, vino a ver un ensayo y después respondió a las dudas de los actores. El trasplante de corazón es el más complicado de resolver. Si el corazón se paró ya no sirve. Se espera la muerte cerebral del donante y se lo extrae latiendo para ser trasplantado de inmediato, entre cuatro y media y seis horas. En caso de gravedad no se puede dilatar la operación como ocurre con los trasplantes renales, cuya espera puede alargarse mediante diálisis.
P.: En la pieza, los antecedentes de los tres pacientes complica aún más la decisión de los médicos.
D.V.: Y el tiempo también. Los tres están en el Estatus 1, que es la lista de mayor urgencia. Si no reciben un corazón a la brevedad, se mueren. A veces pasa que el anterior paciente no sobrevive a la operación y el órgano queda ahí y hay que aprovecharlo ya. Pero si el que sigue en la lista tuvo fiebre, la noche anterior, ya no puede ser operado y pierde su turno.
P.: ¿Qué se les exige a los pacientes?
D.V.: Para ser trasplantado no hay que ser alcohólico, ni drogadicto. Y uno de los pacientes es adicto e hijo de un millonario que va a donar una cifra importantísima al hospital para investigación, equipos y demás. Son datos que pesan en la decisión de los médicos. La otra candidata ya recibió un corazón y ahora necesita otro, pero como intentó suicidarse los médicos se resisten a retrasplantarla: "Se quiso suicidar con nuestro corazón", protesta uno de ellos.
P.: ¿Qué rol juegan las familias de los trasplantados?
D.V.: No aparecen en escena. Sólo dan apoyo psicológico y afectivo para que el paciente esté contenido. Por ese motivo no le quieren dar el corazón a otro de la lista que no tiene parientes ni amigos. El hecho de portar un corazón ajeno produce angustias y hasta despierta fantasías siniestras como la de tomar la identidad del donante. Por otra parte, la pieza tiene humor y me generó muchas preguntas, como "La última sesión de Freud" donde se discutía la existencia o no de Dios, en profundidad y sin inclinarse hacia uno u otro lado. Esa obra cambió mi visión sobre el tema.
P.: ¿Y esta otra?
D.V.: Es una obra muy humana que excede ampliamente el tema del trasplante de órganos. Hay personajes más vulnerables que otros, pero todos arrastran algún drama personal. Y hay otros muy soberbios pero que en definitiva terminan teniendo las actitudes más profesionales.
P.: ¿Cambió el lugar de la acción?
D.V.: Intenté trasladarla a la Argentina pero no se pudo porque son otras las condiciones. Para empezar, en nuestro país hay una sola lista nacional de pacientes para trasplantar y la maneja el INCUCAI. Tal como sucede con las adopciones, la lista única es para evitar el tráfico ilegal de órganos y de niños.
Entrevista de Patricia Espinosa
Dejá tu comentario