18 de febrero 2010 - 00:00

“No hay que estar en el mantel cuando Kirchner tire del mantel”

Elisa Carrió
Elisa Carrió
«Kirchner está sin rumbo, y si le va mal, va a tirar del mantel y va a arrastrar a todos. Lo importante es que nosotros no quedemos en el mantel cuando eso ocurra». Si de metáforas de buena mesa se trata, el dictamen no podía ser más que de Elisa Carrió y así se lo comunicó el lunes a todos los diputados de su bloque. Fue antes de la andanada de entrevistas que se conocieron ayer, ratificando una vieja noticia, que si Julio Cobos es el candidato presidencial de la UCR el año que viene, la Coalición Cívica jugará por las suyas con candidato propio, es decir, ella misma.

En el tono profético de sus momentos más estridentes, Carrió les explicó esta hipótesis a sus legisladores después de ver cómo Cobos y la UCR se confundieron en un abrazo fatal el fin de semana en la cumbre de San Nicolás. Ese gesto lo cree forzoso para las dos partes porque la UCR necesita un candidato con chance ganadora; y el vicepresidente, alguna estructura sobre la cual montar su larga campaña hacia 2011. Desde la perspectiva de la fundadora del ARI, ese abrazo compromete a la UCR, partido con el cual fue aliado en las elecciones del 28 de junio, en la confusa estrategia del mendocino, que hace equilibrio entre su rol de vicepresidente de los Kirchner y jefe de la oposición. El voto en favor del Gobierno en la crisis de Redrado fue, según expresó Carrió a sus diputados, un error mayúsculo para él y para sus seguidores dentro del radicalismo. Lo juzgó en ese momento temeroso de que el kirchnerismo redoblase pedidos de renuncia y amenazas de juicio político. Lo corrieron con la vaina, entiende, porque un dirigente de ese nivel debe poder resistir a los embates de sus adversarios y porque es increíble que un pedido de juicio político a Cobos pueda prosperar en un Congreso en el cual el oficialismo tiene ahora la minoría de los votos frente a la oposición.

Carrió cree que los tres meses que se avecinan son en extremo riesgosos en lo institucional, y más allá de su condición de pitonisa, hay que escucharla cuando dice estas cosas, porque sus percepciones terminan cumpliéndose. En 2008 vaticinó la derrota del Gobierno en la crisis del campo con aquella expresión de «Vamos a ser felices» en junio. Luego adelantó la derrota del Gobierno en las elecciones del año pasado, y se animó a sepultar el nonato diálogo con la oposición antes que cualquier otro agorero despistado, que los hay muchos en la política criolla.

«El escenario en los dos o tres meses que vienen -cree Carrió- va a mostrar a un Kirchner sin rumbo, más si se confirma la derrota en la pelea por el control del Senado». La diputada manejaba anoche el dato de que se firmaba el acta para la distribución de cargos en comisiones de esa cámara con la rúbrica de 37 nombres, incluyendo a los peronistas de La Pampa Carlos Verna y María Igonet. Minimizó la posibilidad de que el hecho de que la cordobesa Norma Morandini no haya jurado la banca (prefirió tomarse una vacaciones en Alemania) modificase esa mayoría por sobre el kirchnerismo. «Ese Kirchner derrotado va a tirar del mantel y va a querer arrastrarnos a todos. Con lo que han hecho, Cobos y la UCR están en la manta. Nosotros no». Tirar del mantel es tirar del mantel en la óptica de Carrió, que recoge hipótesis ya viejas sobre una presunta intención de Néstor Kirchner de acentuar, ante diversas crisis, las denuncias destituyentes que repite desde 2008 hasta convertirlas en realidad. Algo así como sobreactuar la debilidad del Gobierno de su mujer al punto de poner en peligro su estabilidad.

El argumento no es nuevo ni lo introdujo Carrió; antes de 2007, cuando el santacruceño era presidente, ya Eduardo Duhalde se cansó de repetir en reuniones con su tropa que en cualquier momento si Kirchner no podía superar alguna crisis renunciaría denunciando un «golpe blanco» -como llamaba Carlos Grosso a las destituciones sin sables (el ex alcalde se creyó siempre víctima, como después Aníbal Ibarra, de un complot de esa naturaleza). Tampoco le faltan testimonios sobre el método que usó desde 2003 Kirchner para que su propia bancada le votase alguna leyes conflictivas: «¿No quieren votarme esa ley? Échenme, háganme lo que le hicieron a De la Rúa». El método siempre le funcionó y lo puede contar algún ex senador, que es hoy gobernador, u otro que acaba de desembarcar, con una escala diplomática, en la Cámara de Diputados.

«¿Qué tenemos que hacer?», se preguntó de manera retórica Carrió ante sus diputados. «Tenemos que manejar esto de la manera más traumática posible y estar fuera del mantel, que es donde han quedado Cobos y la UCR con lo que hicieron entre Redrado y San Nicolás. Esto lo tenemos que hacer en beneficio de nosotros, en todo caso de los radicales y en favor de la Nación», remató con mirada firme y algo torva, esa que usa para dar órdenes.

Carrió dice esto con la tranquilidad de quien avisa. «Se lo dije a los radicales. No se metan en el mantel». Según ella, la cúpula radical la escuchó, pero se dejó vencer, aunque mantiene relaciones permanentes con ellos (Ernesto Sanz, Gerardo Morales) por más que deba tolerarles los dardos verbales que le lanzan todos los días.

La única reacción que dice haber advertido es en la provincia de Buenos Aires con el endurecimiento de Ricardo Alfonsín frente a Cobos. En el distrito, eso lo lleva a acentuar la confrontación con Margarita Stolbizer, quien por hacer antililismo se está quedando del lado de Cobos y sus escuderos bonaerenses que, a su vez, fueron siempre sus adversarios (Leopoldo Moreau, Federico Storani). Eso la pone también a Stolbizer dentro de ese mantel que parece un «camino» de mesa de casamiento por la cantidad de víctimas que alberga en la imaginación de Carrió (llaman «camino» los gastrónomos a esos manteles longitudinales que se usan en ciertas mesas gigantescas).

Así, en su condición de «descaminada» à la lettre, se entusiasma Carrió cuando reflexiona sobre esta puja bonaerense que la pone en un viejo carril: apoyarlo a Alfonsín en una pelea que para este diputado tiene una importancia que no admite, porque puede ponerlo en una fórmula presidencial opositora el año que viene. Ricardo, aclara, no está en el mantel, como el resto de los radicales que no le hicieron caso y quedan en ese escenario, por ahora imaginario, como víctimas propiciatorias de lo que haga Kirchner con el mantel y la vajilla.

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