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Pelea voto a voto el domingo en Colombia
Además, Santos, en virtual empate técnico con el centrista Antanas Mockus, acusó a éste de pretender «satanizarlo» en el caso de las ejecuciones extrajudiciales conocidas como «falsos positivos», un tema que dominó la última semana de la campaña.
«Las FARC intentan interferir en las elecciones. En algunas zonas del país están amenazando a la gente para que no vaya a votar por mí», aseguró Santos, ex ministro de Defensa entre 2006 y 2009, en el segundo mandato del conservador Álvaro Uribe, quien accedió a la presidencia en 2002.
«Pero creo que el pueblo colombiano debe responder con votos. Los colombianos vamos a votar masivamente para responder en una nueva voz de rechazo a las FARC», se esperanzó.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) publicaron ayer un comunicado en el que pidieron a los colombianos que se abstengan de votar por alguno de los nueve candidatos presidenciales, al considerar que «al unísono prometen guerra».
Colombia celebrará el domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Las encuestas anticipan una ajustada paridad entre Santos, que hasta hace dos meses parecía seguro ganador, y el centrista Mockus, ex alcalde de Bogotá que protagonizó un vertiginoso ascenso en las últimas semanas. Se descuenta que ningún candidato obtendrá más de 50% de los sufragios, por lo que los colombianos deberán optar en el balotaje del 20 de junio entre los dos postulantes más votados el domingo.
Entre otros siete candidatos presidenciales, el izquierdista Gustavo Petro (Polo Democrático Alternativo) y la oficialista Noemí Sanín (Partido Conservador) disputan, según los sondeos, el tercer lugar, con entre 6% y 12% de la intención de voto.
La política de «seguridad democrática» impuesta por Uribe en sus dos mandatos le otorgó al actual presidente, imposibilitado de una tercera reelección por razones constitucionales, una alta imagen positiva. Santos, como artífice de la estrategia de combate abierto contra las FARC que logró recluirlas a regiones selváticas y reducir sus miembros desde unos 17.000 a unos 9.000, parecía en 2009 manejarse cómodo rumbo a la presidencia, a la luz de las dificultades de la oposición.
En los dos períodos sucesivos de gobierno de Uribe, las fuerzas de seguridad pasaron de 220.000 a 425.000 hombres y el presupuesto de gastos militares aumentó desde 3% del Producto Interno Bruto a 4,1%, según cifras oficiales. Con los resultados a la vista y sucesivas liberaciones de rehenes (ya no quedan cautivos civiles), la ofensiva militar de Uribe resultó contundente en términos de percepción pública.
Pero la figura de Mockus, un personaje conocido por sus excentricidades y por su buena gestión en Bogotá, cambió el curso pronosticado. El postulante de centro focalizó su discurso en el plano social y con su estilo novedoso modificó el eje de discusión.
Sin grandes diferencias con Uribe en el plano económico, Mockus pudo mover el tablero ante la evidencia de que el mandatario no lograba trasladar su buena imagen a la intención de voto para el oficialista.
Con el atisbo de cambio de escenario pasó a ganar espacio una agenda que resulta espinosa para el uribismo, poblada de temas como la «guerra sucia» contra la guerrilla; el espionaje a opositores, jueces y periodistas; el vínculo entre miembros del oficialismo con los paramilitares (parapolítica) y el caso de los «falsos positivos». Así se denominaron unas 2.000 ejecuciones de civiles cometidas bajo engaño por militares para acogerse a un plan de promociones organizado por el Ministerio de Defensa.
Es en este contexto que Santos acusó ayer a Mockus: «El sabe perfectamente que yo no me inventé los falsos positivos, yo acabé con ellos. Y caer en ese juego de satanizar al presidente Uribe o de satanizarme a mí con el tema cuando fuimos nosotros los que acabamos con ellos, me parece bastante inmoral», dijo Santos.
Agencias AFP, EFE, ANSA y DPA
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