14 de julio 2016 - 00:00

Peter Pan vuela alto en la calle Corrientes

Fernando Dente y Natalie Pérez como Peter y Wendy, respectivamente, y un notable “Puma” Goity como el Capitán Garfio encabezan el elenco.

GARFIO. El “Puma” Goity compone uno de sus habituales villanos en esta versión musical de Ariel Del Mastro.
GARFIO. El “Puma” Goity compone uno de sus habituales villanos en esta versión musical de Ariel Del Mastro.
Con una creatividad que combina grandes intérpretes, parafernalia digital, despliegue escenográfico y recursos aéreos para que todos puedan "volar", debutó el musical "Peter Pan" en el Gran Rex, que se verá, en principio, cuatro únicas semanas en Buenos Aires. La producción evalúa giras por el interior y el exterior para amortizar el volumen de la inversión. El cuento clásico de Matthew Barrie está muy bien adaptado por Marisé Monteiro y mejor dirigido por Ariel Del Mastro, quien supo dosificar las canciones, la acción dramática y la coreografía (de Gustavo Carrizo), pero lo más sorprendente es la combinación de acrobacia aérea e imágenes digitales que dejan inmersa a la platea en un viaje interminable desde Londres al País de Nunca Jamás.

Se trata del lanzamiento local más importante del año en un contexto adverso para la producción teatral, donde un tímido invierno encuentra sólo un puñado de shows a gran escala, y la mayoría con éxito probado de años anteriores.

Fernando Dente encarna a Peter Pan, que más que el símbolo de la infancia eterna es aquel en el que se ven reflejados aquellos pequeños abandonados, y quien entre tanta soledad encontró consuelo en los pájaros y aprendió a volar. El héroe lleva a los hermanos Darling a experiencias que dejan boquiabiertos a chicos y adultos, y levanta vuelo de la mano del Hada Campanita, aquí construida mediante un recurso digital que funciona a la perfección.

Resultaba indispensable ese entrenamiento de danza aérea y boxeo al que se sometió Dente para llegar a este papel. Además de volar colgado de arneses y trepar mediante lianas debe luchar contra toda clase de enemigos, desde piratas a miembros de una temible tribu. Dente se permite combinar acrobacia con canto, todo con su carisma característico. El segundo a destacar es el "Puma" Goity como el Capitán Garfio, quien aporta los chistes y guiños para los adultos (hasta hay una mención jocosa a "la grieta"), y parece haberse corrido de la dirección actoral de Daniel Casablanca para recurrir a muletillas de su cosecha. El resultado es un desopilante Garfio, uno de los más desquiciados de los que se tenga memoria; además canta, inclusive en varios solos. Ya había mostrado tal habilidad en "Los locos Addams", y si bien es mejor actuando que cantando (baila poco), el resultado es bienvenido. Junto a Nazareno Mottola (su pirata mano derecha) entabla un dúo de impresentables para el recuerdo. Natalie Pérez le imprime a Wendy la dulzura necesaria y canta muy bien, en tanto Ángela Torres como Tigrilla, hija del cacique de Nunca Jamás, resulta eficaz. Las danzas y percusión en las secuencias de la tribu son coloridas, estruendosas y acrobáticas.

Hay momentos poéticos como el primer vuelo de Londres a Nunca Jamás, donde Peter Pan y los Darling se elevan en danza aérea con imágenes digitales envolventes. Algo así como el croma de la TV, pero en teatro y con pantalla gigante de led atrás y otra red delante para la proyección. Esto se replica cuando Peter Pan invita a Wendy a conocer los secretos en el fondo del mar, con bailarinas sirenas que danzan en el aire y quedan sumergidas entre medusas y peces multicolores gracias al diseño de videos de Maxi Vecco.

Gran acierto en la construcción de los diferentes climas, con tonos rojos y oscuros para lo concerniente a los piratas, el secuestro de los niños perdidos y las escenas de viaje en el galeón de Garfio, además de un cielo que exhibe varias lunas simultáneas. Esta paleta se contrapone al colorido de la tribu y los tonos pastel de la casa de los Darling en Londres.

La historia es conocida aunque aquí tiene un giro final: Peter Pan vuelve a visitar a Wendy cuando ella ya es madre de una hija, y no la reconoce. Entonces invita a la pequeña a volar porque "con los adultos no hay demasiado para hacer". Como en el original, aunque algo desdibujada, se busca llegar a la moraleja: no importa que pasen los años mientras que el niño que se lleva dentro permanezca vivo en el interior.

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