13 de octubre 2016 - 00:00

Precisión musical a la suiza

Lisa Batiashvili. La violinista fue solista en los dos conciertos.
Lisa Batiashvili. La violinista fue solista en los dos conciertos.
Con el atractivo adicional de la presencia de Lisa Batiashvili, la Tonhalle Orchester Zürich volvió bajo la batuta de Lionel Bringuier, su joven titular. En los dos conciertos que la orquesta ofreció para el Mozarteum, mostró no sólo "precisión suiza", expresión que en este caso es más que una frase hecha, sino un entendimiento musical profundo en lo individual y lo colectivo.

Batiashvili, nacida en Georgia y formada, entre otros, con Ana Chumachenco, ofreció en ambas noches versiones antológicas del concierto de Chaikovski, aunque la segunda vez se la notó lógicamente más confiada.

Como en pocos artistas actuales, en ella se conjugan técnica perfecta, expresividad sin desbordes y compromiso con la obra. Su dominio del arco le permite pasar del sonido más robusto al más ligero, y el conocimiento que ha establecido con Bringuier y la orquesta (de la que es artista residente) ayuda a que las variaciones de tempo y de dinámica sean seguidas con flexibilidad. Como obra fuera de programa, en los dos conciertos Batiashvili ofreció junto a la orquesta un arreglo del segundo movimiento de la "Sinfonía del Nuevo Mundo" de Dvorák, tocado con belleza y profundidad.

"The gliding of the Eagle in the skies" de Peter Eötvös se escuchó el lunes, en calidad de estreno argentino. La obra, encargada por una orquesta vasca, toma un tema del folklore de Euskadi y resulta más interesante en su desarrollo tímbrico que formal; tal vez por su emplazamiento dentro del programa (luego del demoledor Chaikovski de Batiashvili), el entusiasmo suscitado por esta pieza no fue más que discreto.

Dos sinfonías monumentales finalizaron los programas de ambos conciertos: la número 6 de Shostakovich el lunes y la número 1, "Titán", de Mahler, el martes. Sobre una base inquebrantable de calidad en todas las secciones de la orquesta, con lecturas apasionadas y desbordantes de nervio e intensidad, Bringuier mostró al mismo tiempo su madurez musical y la solidez del vínculo que supo establecer con la orquesta. Con la frescura de la obertura de "L'italiana in Algeri" de Rossini el lunes y una simpática obra suiza que unió ecos de "Titán" con melodías folklóricas y sonidos de cencerros el martes, la Tonhalle cerró el capítulo argentino de su gira.

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