4 de marzo 2019 - 00:01

Dudas por la pronta salida de la recesión

Según el último informe, aún sosteniendo la política monetaria y disipando dudas electorales, el crecimiento puede ser "magro o incluso nulo".

Santiago Bulat.
Santiago Bulat.

Si el Gobierno logra sostener las variables monetarias según lo previsto y la incertidumbre electoral comienza a despejarse, Argentina podría cerrar 2019 con un crecimiento “magro o incluso nulo” y una inflación por encima de 30%. Sin embargo, “donde las variables monetarias se disparen, la profundización de la recesión será aún peor”. La conclusión parte del último informe de Inveq Consulting, donde se analizan los últimos datos sobre la evolución de la economía publicados la semana pasada por el INDEC, y que incluyen un incremento de 0,7% frente al mes previo, pudiendo haber marcado el piso de la recesión. A partir de este dato, la consultora a la que pertenece Santiago Bulat analiza las posibilidades serias de que la recesión haya llegado a su fin. Las principales conclusiones del informe son las siguientes:

Las correcciones realizadas desde el mes de septiembre en adelante implicaron una mejora en el indicador, que llevó a que la contracción de la economía de 2018 fuera del orden del 2,6%, siendo esta la caída más pronunciada desde 2009, año que también estuvo signado por una fuerte sequía. Si bien se destaca que el último mes marcó un aumento frente a noviembre, el promedio trimestral marcó una baja del 1,8% frente al trimestre inmediato anterior. De esta forma, el arrastre estadístico será negativo en 2,9% para 2019, fuerza con la que se deberá recomponer la economía para finalizar el año en terreno positivo.

Ya cerrado 2018, la pregunta redunda en: ¿qué podemos esperar de ahora en más? Lo cierto es que el arrastre negativo de 2,9% es mejor de lo que se esperaba tras conocer el resultado positivo de diciembre, pero es difícil de remontar. Si bien resta conocer el resultado del primer mes del año para comprender si la recesión encontró o no su piso aún, las comparaciones interanuales seguirán siendo negativas por lo menos hasta abril, mes en el cual se desató la crisis cambiaria del año previo. A partir de entonces, el agro será un driver fundamental para recuperar lo perdido durante este año y comenzar a marcar la recuperación de forma anual, sector que ya está mostrando resultados positivos en la cosecha de maíz (+45%), girasol (+13%) y trigo (+6,8%). Esta recuperación del agro tras la sequía aportaría cerca de 1 punto al PBI de forma directa y otro medio punto de manera indirecta.

La principal apuesta de crecimiento económico de este año estará ligada a las exportaciones, puesto que se están abriendo nuevos horizontes de exportación, y el tipo de cambio real multilateral presenta una notable mejora de la competitividad local, ubicándose 22% por encima de febrero de 2018, incentivando a ampliar la producción de los sectores exportadores, siempre y cuando se prolongue esta dinámica en el tiempo. Por su parte, las cosechas ya realizadas y las siembras para el segundo trimestre dan cuenta de un crecimiento en la cantidad de hectáreas sembradas, lo que podría superar las expectativas de cosecha.

Por otro lado, la variable más importante, y que acarrea gran parte de la demanda total será el consumo privado. La recuperación de los salarios en términos reales, cuya contracción fue del orden de 12,7% en la medición punta a punta en 2018, será clave para la economía interna. Las paritarias que comenzaron a ejecutarse durante este año ya han marcado una leve recuperación a raíz de las cláusulas de revisión planteadas por la pérdida salarial del año previo y las acordadas para este año giran en torno al 23%, que, según nuestras estimaciones, no serían suficientes para recuperar lo perdido. Por su parte, la indexación hacia atrás (seis meses) de las jubilaciones y prestaciones generará una recuperación, sobre todo hacia el segundo y tercer trimestre, que ante una inflación que comience a ceder, recompondrá parte de lo perdido durante 2018. El gasto público continuará contrayéndose, con el objetivo de alcanzar el déficit primario 0% para este año, lo cual generará un impacto directo en el consumo público e indirecto en el consumo privado. Por último, la inversión continuará mostrándose a la baja.

En conclusión, si las variables monetarias se sostienen y la incertidumbre electoral comienza a despejarse, nos toparemos con un escenario en el cual el crecimiento será magro, incluso nulo y con una inflación aún por encima del 30%. En el caso contrario, donde las variables monetarias se disparen, la profundización de la recesión será aun peor.

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