20 de diciembre 2013 - 00:00

RICARDO PÉCULO: “Yo hablo con el futuro muerto”

Es tanatólogo y se autodefine como “funeral planner”. Con más de 35 años de trayectoria en la organización de ritos fúnebres, entre los que se encuentra el problemático traslado de los restos de Juan Perón hasta la quinta de San Vicente, Ricardo Péculo se convirtió en un símbolo de los velorios en la Argentina. Este año se pudo ver “El problema con los muertos es que son impuntuales”, un documental en el que explica las particularidades de su oficio. Péculo recibió a VIERNES.

RICARDO PÉCULO: “Yo hablo con el futuro muerto”
Viernes: ¿Cuál es el trabajo de un funeral planner?

Ricardo Péculo:
Yo intento cambiarle la mentalidad a la gente, sacarle el tabú a la muerte. Por eso hago tanta difusión, ayuda a que la gente acepte. Lo digo en la película: ¿qué pasa si yo organizo la fiesta de mi casamiento el día que me caso? Esto es lo mismo: ¿cómo voy a organizar el funeral el mismo día del funeral? Entonces voy a la casa, hablo con las personas que me contratan, hablo con el hijo, con el futuro muerto. Ése es mi trabajo. Ellos lo único que tienen que hacer es elegir. Después me llaman y me dicen "Ricardo, falleció Manuel". Listo. Yo me encargo de todo porque ya lo hablamos. Ustedes ocúpense de llorar, que yo me ocupo del resto.

V.: ¿Cuesta hacerle entender a la gente esta idea de que hay que planificar?

R.P.:
Es que ser organizados no significa que adelantemos nada. Yo, por ejemplo, ya tengo mi ataúd. Hace dos meses me agarró un síncope cardíaco. Y mi ataúd por ahora está vacío (risas). Algunos lo empezaron a lustrar, pero... (risas). Lo que pasa es que tenemos una cultura de que si hay alguien internado en terapia intensiva y un familiar dice: "Che, voy a ver a los de la cochería", lo tiran por la ventana. Y no deberían. Yo hice muchas ceremonias importantes. Una fue la de Rubén Juárez, el bandoneonista, que se veló en la Legislatura. Cuando se muere Rubén, la señora me dice "Ricardo, él quería un ataúd celeste". Bueno, salgo a buscar uno celeste por todos lados. Más adelante, en la charla, me entero de que había estado tres meses internado. ¡A ver, hermano, por qué no me dijiste antes!

V.: ¿Los funerales deben representar a la persona que se murió de alguna manera?

R.P.:
Es que ése es el tema. La gente cuando está sana dice: "No, a mí tirame, yo quiero que en mi velorio no lloren". Una pavada china ¡cómo no van a llorar en un velorio! Es lo mismo que digas: "No te rías en mi cumpleaños". Te van a llorar, por más que pongas música, por más que esté la música que a vos te guste. Es más, van a llorar más cuando sientan la música. Yo hice un fallecimiento de un profesor de danzas. Y antes de cerrar el ataúd, bailamos una samba. Para mí, un velatorio no marca que una muerte ocurrió sino que una vida fue vivida. Mi tema no es enterrar una persona, mi tema es honrar una vida. Siempre digo que si aceptamos la muerte, vivimos más. Yo tengo todo mi funeral organizado. Pero el destino final lo organiza mi señora.

V.: ¿Qué pensó para sus restos?

R.P.:
Mi mujer es de ir al cementerio a ir a ver al padre, a la madre, a mi hermano. Entonces, me va a ir a ver a mí, me va a poner en un nicho. Ahora, pacto de honor: cuando no vaya más porque consiguió novio o se cansó, ahí me crema y me lleva con mis padres que los tengo en mi casa. Yo no quiero quedar abandonado en el cementerio. Hay dos muertes: una cuando te morís y la otra cuando te olvidan.

V.: ¿La gente suele llevarse cosas dentro del ataúd?

R.P.:
Mucho. Esos son ajuares funerarios. Una vez me pasó que la mujer de un hombre que había fallecido, cuando estábamos preparando el cuerpo, viene con una pelotita de golf para que la pusiéramos en sus manos. Pregunto por qué y ella me dijo que era la primera pelotita del primer torneo de golf que ganó. Tiene un sentido fuerte. Y un señor me pidió que le pusiera la caña de pescar y el reel.

V.: ¿Y la gente muy religiosa no podría ofenderse?

R.P.:
No, no. Por eso digo que los ritos funerales se basan en la religión. Y, a partir de ahí, hago. No es que pongo los palos de golf en lugar del Cristo. Pongo el Cristo y pongo los palos de golf. Con mi hermano pasó. Él era tradicionalista, se murió y lo velamos en la agrupación tradicionalista, lo llevamos en una carreta tirada por bueyes.

V.: ¿Entonces hay modas o tendencias en funerales?

R.P.:
Ahora se usa lo temático, hay una locura. Me dicen "Ricardo, quiero todo de Boca". Pero si hay algo que la gente tiene terror es de que la entierren viva. ¡Pero terror! Antes estaba la catalepsia. Hoy, con el avance de la medicina la detectan antes. Pero también hay errores humanos. Mucha gente me pregunta "¿nunca se le despertó alguno?". Porque la gente piensa que se despierta un muerto y te salta a la yugular. Pero no. Igual algunos están pidiendo que los inhumen con el celular. Todavía no llamó nadie, tampoco sabemos si abajo hay señal y tampoco tiene dónde poner el cargador (risas). Lo más triste es que llamen y alguien les diga "llamame en un ratito" (risas). Antiguamente, cuando se inhumaba en tierra solamente, se ponía un palito con una campanita y un hilo hasta el muerto. Así que hay que fijarse desde dónde viene el miedo. Después están estas historias que yo no comparto: los ataúdes rasguñados, los cuerpos dados vuelta. Yo lo digo por experiencia. En el ataúd no tenés lugar ni para rasguñarte vos; mucho menos darte vuelta. Errores humanos puede haber, pero en toda mi experiencia, ninguno resucitó. En todo caso, hubo personas que no estuvieron muertas.

V.: ¿Cómo es el paso a paso luego de que alguien muere?

R.P.:
Primero hay que llamar al médico que certifica la muerte. Si no hay un certificado médico, de un médico matriculado, no hay muerto. Una vez que tengo el certificado y el documento, ahí va a la cochería. Ponen al muerto en una camilla, lo llevan a la empresa de servicios fúnebres. Ahí lo preparan y lo ponen en el ataúd. Y después el lugar de velatorio. ¿Quiénes manipulan los cuerpos? El personal de la cochería. ¿Quién prepara el cuerpo? El tanatopráctico o el tanatoestético, que prepara el cuerpo, hace toda la estética.

V.: ¿Dónde se forman estas personas?

R.P.:
Se logró una carrera en la Universidad Nacional de Avellaneda. Es una tecnicatura en gestión funeraria. Es a distancia, dos años y medio y salen con un título profesional. Esto para nosotros en un orgullo. Porque en Estados Unidos, para poner una empresa de servicios fúnebres tenés que ir a la universidad. Acá cualquiera pone una cochería. Yo además tengo mi instituto, donde enseño una especialización en ceremonial exequial, un curso de tanatoestética, que es el embellecimiento del cuerpo, y un curso de tanatopraxia, que es la preparación del cuerpo por intermedio de químicos. Todos me dicen "¿para qué lo querés maquillar si ya está muerto?". No es para el muerto, es para la familia. La idea es que el último recuerdo sea agradable. Porque es el que te vas a llevar. Ahora, en las grandes ciudades, la gente está intentando no velar. La gente me dice que cambió la mentalidad ante la muerte y es mentira. El problema es el ritmo de vida que llevamos. Hay un porcentaje que está intentando no velar o hacer lo que se llama velatorio express, una locura el nombre. El velatorio es muy importante psicológicamente para empezar a elaborar el duelo. Cuando yo digo esto la gente cree que yo estoy defendiendo mi negocio. Pero no es más barato no velar.

V.: ¿Es nuevo lo de incorporar comida en los velorios?

R.P.:
No, siempre hubo comida en los velatorios porque antes los vecinos no estaban uno al lado del otro, estaban a leguas. Entonces venía la gente y había que darle de comer. Lo que pasó es que las salas velatorias no tuvieron la capacidad de prever un lugar para la comida. Cuando tenía 17 años, se me ocurrió llevar sanguchitos de miga a un velatorio. Me sacaron cagando. "Esto no es una fiesta, no es un cumpleaños, ¿usted qué se cree?". Y yo dije: "Disculpe, quería ayudar. Yo tengo que ir a hacer un trámite, se los dejo y ahora vuelvo". Y el mismo tipo los agarraba y todos comían. No sabían cómo explicarme (risas). Con mi hermano empezamos a incorporar cosas que son necesarias en el velorio. Como un piloto junta horas de vuelo, yo juntaba horas de velorio. Otro rito funeral que se incorporó fue el aplauso. Antes vos aplaudías en un velorio y te mataban. Hoy se aplaude. Siempre pensamos si aplauden porque se va o aplauden para homenajearlo (risas).

V.: ¿Cómo vivió el traslado de los restos de Perón hasta la quinta de San Vicente?

R.P.:
Siempre cuento una anécdota. Una mujer de 89 años que llegó hasta el ataúd, los chicos la dejaron pasar porque era mayor. Se agarró de la manija y no se soltaba. Le tuvimos que hacer cosquillas para que lo largara. Todo así, por el fervor a Perón. Fue un traslado histórico, no político. Por cómo yo lo viví, de adentro. Caían flores de los balcones. Algo que viví, cuando terminé de dejarlo, es que la gente me tocaba las manos diciéndome "vos estuviste con Perón". Porque dicen que fui el último que vi a Perón. Y es así. Soy el último hombre que vio a Perón. Se sacaban fotos conmigo. Ahí me cayó la ficha de que hice un traslado histórico. Para mí fue el máster, siempre lo digo. Fue el máster y me gustaría terminar mi carrera llevando a Eva para allá. El lugar está preparado para los dos.

V.: ¿Cómo está la industria fúnebre en este momento en Argentina?

R.P.:
Está atravesando el mismo momento que todas las empresas, digamos, con los problemas y demás. Pero al margen de lo netamente comercial, las empresas de servicios fúnebres están poco profesionales. Si ofrecieran homenajes, la gente invertiría en la muerte. Una de las cosas que siempre me dicen es "tu negocio está asegurado"; pero no es así. Porque mi cliente viene una sola vez, no viene dos. El trabajo nuestro es el menos rentable. Esto no quiere decir que no haya ganancias. Pero hoy todo el mundo pide cuotas y pagar con tarjeta.

V.: ¿Cuánto sale un ataúd?

R.P.: No se vende el ataúd solo, se vende el servicio completo. Con la sala, los autos y demás. Arrancaría a partir de 8 mil pesos. Que tampoco es tanto si se piensa que un plasma sale más caro. Si hacés la cuenta, gastaste más en café que en servicio fúnebre. Uno de lujo, digamos, andará por los 35 mil pesos. Tampoco la brecha es tan grave. Pero para pagar esas sumas tenés que ofrecer cuotas. Hay gente que dice "ya está muerto, ¿qué querés que haga?", porque piensan que el velatorio es solamente una cuestión social. Y esto lo tendrían que explicar las cocherías: lo que te ahorres en tiempo y dinero en el velatorio lo vas a perder después en el psicólogo.



BIO

Nació en Villa Adelina, San Isidro, el 29 de septiembre de 1950.




Formación: Profesión, tanatólogo, Matrícula 373 otorgada por el Instituto Internacional de Ciencias Tanatológicas en diciembre de 1991. Idóneo director funeral por la IFTA (Federación Internacional de Tanatólogos Asociados). Especializado en Ritos Funerales, Pompas Fúnebres y Ceremonial.

Fundador y director del Instituto Argentino de Tanatología Exequial.



Trabajo: Tanatólogo. Éste fue el único en toda mi vida. Dicta cursos de Tanatopraxia y Tanatoestética. Especialización en Gestión Funeraria. Autor de la materia Ceremonial Exequial - Universidad de Avellaneda.



Servicios fúnebres más importantes en los que trabajó: José Luis Cabezas, Carlos Menem Junior, Rubén Juárez, el traslado a San Vicente de Juan Domingo Perón, entre otros.



Cementerios más lindos que haya visitado: Todo depende. Para mí estos que nombro tienen belleza en lo que se refiere a arte funerario: San Lorenzo y Venado Tuerto (Santa Fe) , Recoleta, (CABA) Rojas y Azul (provincia de Buenos Aires).



Rutina informativa: Diarios Clarín y La Nación (ambos por internet). Canales de televisión: National Geographic y Discovery Channel.

@tinalarrea

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