12 de diciembre 2011 - 00:00

Riesgos de un Gobierno más homogéneo

Lima - La designación como presidente del Consejo de Ministros del ministro del Interior, Óscar Valdés, es una apuesta del presidente peruano, Ollanta Humala, para darle cohesión a su joven Gobierno, coincidieron ayer los analistas, al margen de que estén de acuerdo o no con el nombramiento.

«La crisis de Conga (proyecto minero que generó una huelga en el departamento de Cajamarca) fue el factor que convenció a todos de que la orquesta gubernamental sonaba muy desafinada y se requerían cambios. Era evidente que en el Gobierno coexistían visiones muy distintas, lo cual elevaba el costo del proceso de decisiones», dijo el analista Augusto Álvarez Rodrich.

El mandato de Humala nació entre contradicciones por las rutas que pretende asumir simultáneamente y cuya coexistencia parece difícil: por un lado, el modelo de crecimiento vigente, ajeno a lo que ofreció en campaña, pero próximo al pragmatismo, y, por otro, el de cambio profundo que le exigen sus seguidores de primera hora.

En ese juego, que al parecer desató una «guerra» interna, el saliente jefe de Gabinete, Salomón Lerner Ghitis, se desgastó pronto, pese a sus buenas relaciones con representantes de ambos lados.

Valdés, teniente coronel en retiro del Ejército y hasta hace pocos meses desconocido para el país, emergió desde Interior, por carácter fuerte y capacidad ejecutiva, como el más rápido para enfrentar los conflictos sociales que se comenzaban a generalizar.

«No tenemos ninguna esperanza con este señor», dijo el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, quien ve a Valdés como quien les puso fin a las tensiones en su departamento con la declaratoria de un estado de emergencia que dejó a los huelguistas sin opciones.

Por el contrario, la empresa privada, a través de su máximo líder gremial, Humberto Speziani, definió a la designación como «buena señal de continuidad». Los empresarios, que vieron con terror la llegada de Humala, comparten últimamente sus puntos de vista.

Aunque para algunos analistas la llegada de Valdés representa un paso definitivo de Humala a la derecha, otros no lo ven así. Eso sí, hay coincidencia en que el nuevo gabinete será de reflejos rápidos.

Las especulaciones apuntan a que varios ministros «progresistas» quedarán fuera del gabinete, porque eran «cuotas» de Lerner Ghitis, empresario millonario que siempre estuvo al lado de Humala y que, en su carta de renuncia, dejó entrever que se va sin resentimientos.

Valdés anunció como primeros ratificados a los ministros de Economía, Luis Miguel Castilla, «garante» del manejo liberal de la cartera, y de Inclusión Social, Carolina Trivelli, encargada de los proyectos sociales de los que Humala ha hecho bandera.

Es la primera vez, desde las dictaduras (1968-1980), que los dos mayores cargos en el Ejecutivo peruano quedan en manos de militares, aunque sean oficiales en retiro en un Gobierno surgido por democracia. Los dos, curiosamente, son tenientes coroneles.

«Me preocupa mucho la militarización del Estado», dijo el expresidente Alejandro Toledo, ocasional aliado del mandatario que ya había criticado que éste se deja supuestamente influir más por la gente de su entorno con pasado castrense.

El nuevo jefe del Gabinete fue jefe de Humala en el Ejército. Pasó al retiro y se dedicó a negocios, lejos de la política. Un encuentro accidental con el ahora presidente en un avión relanzó la amistad y Valdés pasó a un sitio privilegiado, aunque no haya indicios de que antes hubiera compartido las posiciones humalistas.

El gabinete de Lerner Ghitis duró poco más de cuatro meses, récord de brevedad. Resultado, dicen analistas, de la falta de una visión clara, derivada a su vez de la «improvisación» en un Gobierno con deseos de complacer a sectores contradictorios.

Agencia DPA

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