1 de marzo 2012 - 00:00

Septiembre, el pico; luego, vino recesión

Abel Viglione - Economista
Abel Viglione - Economista
¿Por qué volvemos a hablar de ciclo? Porque en las últimas semanas una de las frases más escuchadas fue desaceleración y/o estancamiento en el sector industrial. Esto lleva a realizar algunas consideraciones sobre el tema, pero es necesario ir por partes: ¿Qué es ciclo económico? Es una fluctuación del nivel de actividad consistente en períodos de aumentos (expansiones) seguidos por etapas de caídas del nivel de actividad (recesiones). La sucesión de fases (expansiones, recesiones, expansiones) se designa ciclo.

¿Cuáles son las principales características de los ciclos económicos? Su recurrencia histórica, su falta de periodicidad y la variabilidad de su amplitud. O sea, siempre aparecen, no sabemos cuándo y de qué magnitud serán.

Las técnicas del National Bureau of Economic Research (NBER) han sido muy útiles para estudiar ciclos. Esta institución determina los puntos de giro de la economía de EE.UU., y define como inicio del período de recesión cuando se alcanza un «pico», y de finalización de ésta cuando se llega a un «valle» (técnicamente pico y valles son puntos de giro). A la inversa, las expansiones son las que acontecen desde un «valle» a un «pico». Asimismo, el NBER para determinar los puntos de giro utiliza el sistema de «señales secuenciales», que consiste en analizar la variación de la serie de producción desestacionalizada para determinar si se cumplen las tres señales.

¿Cuáles son las señales? La primera es desaceleración de la tasa; la segunda es que la variación se ubique por debajo de la tasa de crecimiento de largo plazo, y la tercera es que la variación se haga negativa. Si acontecen las tres señales, se determina que se alcanzó un pico y que ha comenzado un período recesivo.

¿Por qué tanta explicación sobre ciclos? Pues aplicando las técnicas del NBER al Índice de Producción Industrial (IPI) de FIEL nos encontraríamos frente a un período recesivo. ¿Por qué? Se habría alcanzado un «pico» en septiembre de 2011, y desde esa fecha, y con los datos de enero pasado disponibles, estaríamos decreciendo, es decir, en recesión bajo la definición del NBER.

Los primeros indicios de desaceleración de la actividad industrial aparecieron en marzo de 2011, cumpliéndose la primera señal. Por agosto del año pasado se cumple la segunda de las señales: la tasa de crecimiento anual de la industria se ubica por debajo de la tasa de crecimiento de largo plazo, situación que se repite durante el bimestre octubre-noviembre. La tercera acontece durante diciembre pasado y se repite en enero de 2012. Esto permite afirmar que setiembre de 2011 sea un punto de giro (pico) y desde allí vamos barranca abajo, tal como se puede observar en el gráfico adjunto.

La percepción de la sociedad no es eso, y tiene razón para ello, dado que la caída acontecida desde esa fecha es de alrededor del 2% y desde un alto nivel de producción industrial. Debemos recordar que la industria creció desde el valle de enero de 2009 hasta septiembre de 2011 (33 meses) en un 23,2%, es decir, a una tasa anual del 7,9%.

Otros hechos corroboran el inicio de un proceso recesivo, tales como la reversión de la tendencia-ciclo del IPI, la fuerte reducción de la demanda laboral, la disminución de las horas trabajadas, entre otros.

La historia del IPI nos muestra que hemos enfrentado 7 recesiones industriales en los últimos 32 años. La suma de los períodos recesivos fue de 114 meses, es decir que el 30% del tiempo transitamos bajo períodos recesivos. Si el cálculo se realiza desde 1993, como muestra el gráfico adjunto, los períodos recesivos fueron 5, incluido el presente, y la duración en meses asciende a 58, por lo que el 25% del tiempo se transitó en recesión.

Conclusión: malas noticias, dado que siguiendo la definición del NBER, el «pico» se alcanzó en septiembre de 2011, lo cual determinará probablemente una variación negativa del sector industrial en 2012, teniendo en cuenta que las recesiones en promedio, de acuerdo con datos históricos, duran 12 meses. La recesión más corta duró 9 meses. Lamentablemente esto determinará una caída de la demanda de empleo, afectando al sector formal e informal de los trabajadores.

¿Y si fuera errada esta predicción? ¡Ojalá! Siempre prefiero determinar el «valle» (punto de giro) que dice que salimos de una recesión en vez del «pico» que dice que entramos y, por lo tanto tendremos un muy austero período que enfrentar.

Por último, el comportamiento industrial argentino no se ajusta bien al modelo egipcio de los siete años de vacas flacas seguidos de siete años de vacas gordas, por suerte; dado que el nuestro es tres años de vacas gordas seguidos de un año de vacas flacas, por lo menos esto es lo que hemos observado en las últimas etapas cíclicas. Por supuesto, hoy disponemos de nuevas herramientas para analizar el ciclo, más allá de las vacas.

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