“Siempre construyo diálogos como un juego de ajedrez, pienso la mejor jugada para los supuestos oponentes y lo mismo hice para escribir teatro”, dice Víctor Hugo Morales, que debuta el 3 de febrero con la primera obra teatral de su autoría, “El reproche”, dirigida por Julieta Otero, con actuaciones de Malena Figo, Claudio Da Passano y Mayra Homar, en El Picadero. Podrá verse todos los jueves a las 20.
Víctor Hugo Morales: sobre el teatro como un juego de ajedrez
Dialogamos con el afamado periodista en su debut como dramaturgo con “El reproche”, y la directora Julieta Otero.
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La obra surgió como radioteatro para el ciclo ideado por Marina Glezer y fue interpretada por Cecilia Roth, Divina Gloria y Marcelo Zubioto. La historia está contada en clave de comedia y gira en torno a una pareja de periodistas que una noche reciben un regalo inesperado, lo que desata una batalla con consecuencias inimaginables. Dialogamos con Morales y Otero.
Periodista: ¿Cómo expandió el radioteatro a la obra de teatro?
Víctor Hugo Morales: Luego de hacer el radioteatro surgió la idea de hacer la obra, Julieta me dijo que iba a tener que trabajar mucho porque ahí todavía no tenía teatro. Quería darme un gusto más en la vida y entonces, como si fuera un taller, lo fui escribiendo. Tenía diálogo pero me faltaba todo lo que no eran palabras, como el silencio o las miradas. A mi edad tengo vocación de aprendizaje y lo elaboramos hasta que ya estaba para un final. Casi sin darme cuenta apareció la idea de armar el equipo y tuvimos pronto la rápida aceptación del teatro independiente, al que respeto mucho. Y luego apareció el Picadero.
P.: El personaje principal es periodista, ¿alguna inspiración en su vida profesional?
V.H.M.: Podía ser periodista como jugador de fútbol, no tiene incidencia en la obra, que no tiene nada que ver con el periodismo. De hecho con el rubro intenté escribir una obra en cuarentena y me pareció espantosa así que la tiré. Era muy obvia.
P.: ¿Qué temas aborda la obra?
V.H.M.: El feminismo, la masculinidad, los problemas del hombre acomodándose a este tiempo muy distinto del de mi adolescencia, cuando para casarse tenía que ser con una mujer virgen o para llegar a una relación íntima había que remar muchísimo. Hoy es bien distinto, con sus ventajas y desventajas, más que por las mujeres por los hombres, quienes me provocan mucha piedad, en función de los padecimientos de un lado y del otro.
P.: ¿En qué sentido habla del amor en este nuevo paradigma?
Julieta Otero: Se piensa el amor no desde poseer al otro sino desde intercambiar la vida con la otra persona durante el tiempo en que se den felicidad. Los celos y la inseguridad aparecen cuando se siente al objeto amado como una parte de uno, y ese poseer al otro está en el pasado, el presente y el futuro. Habla de esa vieja forma de amar que los grandes tenemos todavía. Cuando hay que dar explicaciones de la vida pasada al otro. El reproche, justamente, se relaciona con el pasado de los personajes, algo más de nuestra generación que de los jóvenes, los pibes no son así.
P.: ¿Cuáles son sus influencias?
V.H.M.: Soy un tipo fuera de target y en ese sentido las mujeres me hablan como si fuera alguien que entendiera. A partir de eso estuve siempre muy atento a los diálogos y las historias que inevitablemente vuelco en la escritura. Me interesa mucho más el mundo de la mujer que el del hombre, disfruto más de una charla de mujeres que de hombres, tienen un mundo muy lindo en el que todos los temas son importantes, con sus pequeñas cosas. Los hombres damos mucho por sobreentendido, somos más aburridos en la relación que tenemos.
J.O.: “Casa de muñecas”, “Otelo”, está llena de referencias en cada ensayo, pero siempre que haya una pareja discutiendo es “Escenas de la vida conyugal”. También está la serie basada en la obra que es muy difícil de digerir para quienes nos divorciamos, es muy crudo y muy triste. Es honda y verdadera, no está puesto el hincapié en la pelea sino en la tristeza del desamor, de entender que ya no se ama y que separarse es muy doloroso. Pero quisimos hacer una obra en la que el espectador la pasara bien, se pudiera identificar, habla del amor y del contexto histórico.
P.: ¿Cómo es estar del lado del dramaturgo y el hacer teatro?
V.H.M.: Es raro, hay un condicionante de inevitable pudor, le debo mucho a ese mundo, vivo metido dentro de él. Pero tengo una profesión extrovertida y no me disgusta la extroversión en este sentido. Cuando la terminé de escribir me reí, me emocioné, y creo que tendrá un balance de respeto porque tiene dignidad.
P.: ¿Cómo trabajó la dirección de actores y la puesta en escena?
J.O.: Tomamos el texto y creamos las situaciones para conectar con el contenido, desde padecer las situaciones hasta divertirnos mucho. Es interesante y divertido que los protagonistas son pareja en la vida real.
P.: ¿Cómo es estrenar en este contexto de mucho aislamiento o bien temor del publico por ómicron?
J.O.: Es como el juego de la vida, en el que avanzás dos casilleros y retrocedés tres, es una carrera de obstáculos. Siempre llegar al estreno es llegar con lo artístico, en este caso es llegar con todos sanos para poder pararse sobre el escenario. Los teatreros porteños seguimos demostrando que somos una raza terminator, el país se incendia, hay crisis, hay variantes de cepas y seguimos haciendo teatro. No hay plata, hay virus y seguimos.
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