7 de mayo 2009 - 00:00

¿Terminó pandemia en los mercados?

Enrique Szewach
Enrique Szewach
La recuperación verificada en las últimas semanas en las cotizaciones de bonos y acciones en diversos mercados mundiales; algunos indicadores positivos en la evolución del consumo norteamericano, o en los balances de algunas entidades financieras globales; las declaraciones de importantes personalidades, principalmente el Presidente de los Estados Unidos y el de la Reserva Federal, parecen señales importantes respecto de que estamos ya en el piso de la crisis financiera global y que la economía podría volver a crecer hacia finales de 2009.

Sin embargo, parece demasiado temprano para cantar victoria.

Recordemos que esta pandemia financiera empezó con el virus de las hipotecas subprime que infectó el sistema financiero norteamericano y, gracias a la innovación financiera y la globalización, se diseminó por el resto de las instituciones financieras y entidades asociadas en el resto del mundo. La crisis se fue expandiendo, atacando también los mercados de commodities y cualquier otro vinculado a la especulación financiera. Mientras, las autoridades sanitarias creían tener todo bajo control. El virus empezó a recortar la oferta de crédito entre entidades, por temor al contagio, y desde allí, la oferta de crédito al resto de la economía. La falta de crédito atacó a la economía real, recortando demanda, producción, empleo. La caída en el precio de los commodities y el ajuste de la demanda global afectaron al mundo emergente, cortándole crecimiento y financiamiento. Los bancos europeos sumaron, entonces, al virus subprime, el virus de Europa del Este, su principal fuente de negocios de los últimos años. Allí hizo explosión la crisis y se declaró la pandemia financiera en todo su esplendor, con caídas extraordinarias del comercio mundial y el crecimiento. En este contexto, cabe destacar que el desempleo, como también ocurre en la Argentina, es una variable relativamente rezagada respecto del ciclo económico. Es verdad que en mercados de trabajo desregulados el ajuste del empleo se hace más rápido, pero no es menos cierto que las empresas demoran decisiones de desprenderse de capital humano específico, que cuesta capacitar y entrenar. Se recortan primero horas extras, empleos temporarios, jornadas laborales, etcétera.

Desempleo

La tasa de desempleo está creciendo en el mundo. Las empresas no venden lo que producen. Los inventarios se acumulan. Ahora el virus subprime ha «mutado» al virus de los sujetos de crédito normales que están empezando a encontrar dificultades para hacer frente a sus créditos normales. La tasa de morosidad en el sistema bancario norteamericano está en su máximo desde 1975 y todavía falta un aumento adicional del desempleo en los próximos meses y una mayor caída de los ingresos laborales. En otras palabras, falta que se complete el círculo de la crisis, que fue de las hipotecas subprime al sistema financiero; de éste a la economía real, por el recorte del crédito, y ahora de la economía real de regreso al sistema financiero por las dificultades de pago de los nuevos desempleados y de empresas que no venden. Esta última vuelta todavía no está «contabilizada» y falta aún digerir una parte importante de las pérdidas de los instrumentos derivados. La capitalización que requerirán los bancos todavía es muy importante y habrá que convencer a muchos de poner más plata en el sistema.

¿Y el crecimiento del consumo del primer trimestre? Básicamente, un aumento del ingreso disponible de las familias por la caída en los precios de la energía y por transferencias del Gobierno. Que también seguirán en el segundo trimestre con una devolución de 250 dólares per cápita del sistema de seguridad social en mayo. ¿Y las utilidades de los bancos? Casi exclusivamente un poco de contabilidad creativa de la que conocemos bastante los argentinos.

¿Y entonces? Entonces, parece que habrá que seguir circulando con barbijos, porque al ajuste de endeudamiento y de desapalancamiento todavía le falta. De todas maneras, es probable que ya no se vea la caída libre de los últimos meses, salvo algún nuevo virus escondido por allí. Y que los números de caída del comercio mundial y el crecimiento empiecen a suavizarse. Y es probable que, efectivamente, la economía empiece a rebotar hacia finales del año. Pero lo que parece claro a estas alturas es que, al menos para los próximos años, como las famosas golondrinas de Bécquer, el crédito fácil y barato, el financiamiento de cualquier proyecto, el crecimiento exuberante de los últimos años no volverán. Tanto por el nuevo marco regulatorio que surja para limitar la innovación financiera, como por la nueva actitud de los inversores, que ya tienen fatiga de pánico, pero no apetito por demasiado riesgo en cantidad. (Más allá de la revancha que buscan por estos días, aunque apostando poco volumen.)

Ello implica un desafío para el financiamiento de la inversión de las empresas capital intensivas y del consumo masivo de electrodomésticos y viviendas. Un desafío para los países con baja reputación crediticia. Y para quienes siguen apostando a que los salve otro golpe de buena suerte.

A veces, hay que trabajar.

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