"Ath" (noble) y "helm" (protector), noble protector, Athelm en germánico antiguo. Hay veces que un simple nombre es la mejor síntesis de lo que queremos decir. Sólo un Adelmo (transliteración española del Athelm) es capaz de defender de manera frontal y clara los derechos del mercado (instituciones y, aun sin decirlo o quererlo explícitamente, los de los inversores minoritarios) ante a la ignorancia y el apuro político de los reguladores. Lo de ignorancia viene a cuento porque ésta es la mejor manera de evaluar a un burócrata que sostiene que "el regulador tiene la virtud de no tener conflictos de interés", desconociendo los trabajos de Stigler, Arrow, Becker, Buchanan y en menor medida Sen (estos cinco, Premios Nobel de Economía), más tantos otros economistas que han contribuido a la teoría del "public choice". Este enfrentamiento se dio ayer en un debate que sólo se puede dar en el marco de una Bolsa, demostrando que allí uno de los temas centrales en discusión, la transparencia, es algo más que mera retórica (un organismo estatal o una firma privada no pueden, por sus intereses sectoriales, garantizar la transparencia necesaria para este tipo de encuentros). Pero, ¿qué es la "transparencia" en el marco de un mercado financiero? Ésta es la cuestión que comenzamos a tratar el lunes y que seguiremos analizando en las próximas columnas; en tanto, vamos al mercado. Ayer el Dow retrocedió 0,87% al cerrar en 15.168,01 puntos, la merma 17 por su magnitud en lo que va del año. No fue una muestra de optimismo, pero estuvo lejos de cualquier cosa preocupante (la tasa trepó 15 a 2,72% anual, el oro 0,49 por ciento y el petróleo cedió 1,28%). La pelea Obama-republicanos o la baja de Fitch poco importaron.
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