24 de junio 2015 - 00:00

Un SMS al mercado de la Reserva Federal: tasa, lista para el despegue

 Llegó mensaje de la Reserva Federal: las tasas de Fed Funds están listas para despegar. Lo trajo Jerome Powell, gobernador de la Fed. Es un recado personal, no compromete de manera oficial a la institución, pero es indistinguible del tenor que ha tomado la estrategia de comunicación del banco central, y calza como un guante con el tibio sol del optimismo que baña los mercados, la lectura reciente de los indicadores económicos y el último giro de la telenovela de Grecia. De persistir estas sencillas condiciones, los requisitos para gatillar en los EE.UU. la primera suba de tasas de interés en nueve años estarían satisfechos "tan pronto como en septiembre".

El gobernador Powell -a tono con la prédica de "a sus puestos" que impulsa la comunicación oficial- eludió las ambigüedades: su pronóstico particular apunta a dos subas de tasas de interés antes que concluya 2015. La primera en septiembre con una segunda vacunación en diciembre. Ese trazado sí es personal. Las chances de que el bautismo de fuego se produzca en apenas tres meses, a su juicio, son 50/50. La urgencia por actuar es compartida -no en vano los comunicados posreunión administran un crescendo sostenido y hace cuatro cónclaves que todas las votaciones concluyen 10 a 0 y sin disensos-, pero el momento preciso del puntapié inaugural no está consensuado ni mucho menos definido. Sí o sí, la economía necesita concretar la recuperación que promete, y deben continuar los progresos del mercado de trabajo.

La "formación" de la Fed para lo que resta de 2015 -y para encarar la suba de tasas- es un 2-5-5-5. De los 17 miembros con voz que participaron del último conciliábulo (recordar que sólo 10 de ellos tienen voto), hay dos que no quieren tocar las tasas de interés este año, 5 que quieren hacerlo una vez, otros 5 que abogan por dos ajustes y los 5 restantes que quisieran ver tres. El final de la política de tasas cero está cantado. Y ocurrirá en 2015 a menos que suceda una catástrofe.

Para las 10 voluntades que quieren repetir la suba antes que termine el año (ya sea que sumen dos o tres ajustes en total), la reunión de septiembre es una fecha límite. No es casual que Powell se incline por empezar allí. Sobre todo porque la Fed se cuidará de lanzar una seguidilla de sucesivos retoques de tasa como de costumbre. El mensaje unificado de las autoridades es que no importa tanto cuándo será la primera alza de tasas, sino cómo se escalonará su progresivo izamiento. La pendiente suave de los aumentos es la clave de la política que tiene pensada la Fed. En esa inteligencia, empezar antes no es necesariamente sinónimo de mayor dureza. Y una economía que funciona con una tasa entre un 0% y un 0,25% no debería resentirse por mudarse a una órbita entre un 0,25% y un 0,50% si descuenta que no habrá prisa en exceso por añadir reajustes ulteriores. Aun así, como aconteció con el "tapering" -con el proceso de desmontar la compra de bonos soberanos en su última fase, el QE3- el primer paso es crucial. Supone romper un tabú, una restricción cualitativa, que si se logra con éxito, podrá facilitar luego un recorrido sin traumas. La comunicación ex ante es la encargada de la faena preventiva de ablandar las expectativas.

"La Fed y los mercados se irán alineando a medida que la fecha de la primera suba se acerque" afirmó Powell, cuyo propio discurso retroalimenta el proceso de ajuste de sintonía. Y cabe anotar que, a diferencia de la mandamás de la Fed, Janet Yellen, el Gobernador no observa burbujas en los precios de los activos financieros ni está preocupado por la valuación de las acciones en la Bolsa. Pero el momento de sus palabras no es casual. Con Wall Street en los récords, con el alivio ostensible por Grecia reavivando cotizaciones, la Fed nos recuerda que toda bonanza es imperfecta y deberá lidiar con una agenda más abrasiva de política monetaria, que, paradójicamente, ya está delineada, pero suspendida en su ejecución por los reiterados problemas de salud.

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