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“Uní hechos siniestros que se taparon por diversas razones”
Periodista: ¿Cómo se lo ocurrió unir dos tragedias vinculadas por un nombre, el del naufragio del barco 'Principessa Mafalda' y el de la hija del rey Víctor Manuel III?
Ovidio Lagos: Tengo un campo cerca de Venado Tuerto, una señora que tiene un negocio muy lindo a la que siempre le compro cosas, un día me dijo: vos que sos escritor porque no contás el naufragio del Mafalda, mi padre sobrevivió y tengo mucho material. Y me dio diarios donde lo habían entrevistado. Pero no me pareció que ese naufragio pudiera dar para un libro. Después encuentro la muerte de Mafalda, la hija del rey de Italia. Me parecieron dos tragedias terribles.
P.: ¿Cómo es que Mafalda de Saboya es enviada por Hitler a un campo de concentración?
O.L.: Mafalda era culta, de alta sensibilidad estética y gran sentido del humor, y era la hija preferida del rey. Por ese tiempo había muchas familias reales en Alemania antes de la unificación, antes de 1871. Una era de Hesse, una región muy grande, donde está Frankfurt. Mafalda se casó con el príncipe. Felipe de Hesse-Kassel. Felipe era bisexual y tuvo un sonado romance con un poeta inglés; esto lo cuento en mi libro. Esa relación no afecto al matrimonio con Mafalda, no fue obstáculo, con ella tuvo cuatro hijos. Se tuvieron mucho cariño y respeto. Y él que tenía un gran sentido del arte le construyó una villa de una exquisitez absoluta.
P.: Se dice que Felipe de Hesse era nazi.
O.L.: La aristocracia alemana era nazi porque nadie sabía que Hitler iba a terminar en lo que terminó. De a poco comenzaron a abrir los ojos. Felipe formaba parte de la S.A. y fue nombrado gobernador de Hesse, en 1934, que era un cargo importante. Mafalda no vivía ahí, pero iba muy seguido a Alemania, y alternaba con Hitler, Goebbels, Goering, con todos los jerarcas. Cuando Italia se da vuelta en el 43 y acuerda una paz por separado con los aliados, Hitler se puso furioso con la familia real italiana, porque lo mismo habían hecho en la Primera Guerra Mundial, se aliaron con Inglaterra y abandonaron a Alemania a Austria-Hungría, en 1914. Entonces Hitler se la tomó contra Mafalda. Ella cometió errores como ofrecerle la corona de Montenegro, un reino de opereta, a un primo que estaba detenido por la Gestapo, cosas que comenzaron a armar un dossier Mafalda. Hitler se puso tan frenético que ordenó que la secuestraran. Estaba en Roma y con una treta la llevan a la Embajada alemana. Ella va de imprudente, porque nunca debió haber ido. Eran tiempos de «Roma Ciudad Abierta», no se sabía de quién era. La meten en un auto, la llevan a un aeropuerto y la fletan a Alemania, y termina en el campo de concentración de Buchenwald. Vivía en un barraca. No con todos los prisioneros, pero tampoco en una zona vip, era un horror. Ella no muere en el campo sino por un bombardeo aliado, pero padece durante dos días, antes de su deceso.
P.: Y su cuerpo se pierde.
O.L.: Si no es por un sacerdote que la reconoce justo cuando la metían en el horno crematorio, la hubiera cremado. Entonces unos marineros de Gaeta que estaban en Buchenwald, al saber que era su princesa, la llevaron y la enterraron en el cementerio de Weimar. Después la descubren y la llevan a Kronberg. Es como el cadáver de Eva Perón, más o menos.
P.: El barco 'Principessa Mafalda' era el de los viajes de nuestro patriciado a Europa.
O.L.: Y el de la llegada de la inmigración, las dos cosas. Fue el primer barco en que el espacio dedicado a los inmigrantes, no era algo infecto, sino algo muy limpio, muy grande; fue una revolución. Lo que pasa es que la clase de lujo, la primera, y aún la segunda, pagaban los gastos de la compañía, y la rentabilidad la daban los pasajes de los inmigrantes.
P.: ¿Cuando dice que si el barco no hubiera sido botado un día determinado, y Mafalda no hubiera entrado un día determinado a la embajada alemana otra sería la historia, hace numerológía?
O.L.: No es una cuestión numérica. Fueron cosas absolutamente evitables. El 'Principessa Mafalda' no tendría que haber zarpado en octubre de 1927 de Génova porque no estaba en condiciones de navegar. No fue una imprudencia, fue una roñería del directorio fascista de la compañía naviera, al que le importaba muy poco si se hundía o no con tal de cobrar el seguro, porque el barco tres veces se rompió en alta mar, se quedó varado y al capitán le negaron el permiso de volver a puerto hasta que no viniera otro barco a llevarse a los pasajeros. Por eso se produce la tragedia.
P.: Un naufragio espantoso.
O.L.: Feroz, horripilante. A los inmigrantes y tripulantes les importaron poco de sus propias mujeres. Y los botes estaban podridos. Estaban los que caían y se ahogaban, y los que se tiraban al agua y se los comían los tiburones. Estuvieron los fóbicos que no pudieron escapar de hundirse con el barco. Los pudientes que fueron capaces de matar por un pedazo de madera. Investigué mucho esa tragedia. Aquí, los principales diarios durante diez días bombardearon desde la tapa. En la Biblioteca Nacional. Encontré que los diarios italianos, como el «Corriere della Sera», no le habían dado pelota al naufragio porque Mussolini no permitió que se supiera la negligencia de la compañía fascista, no quería quemarse con eso. Se tapó, como se tapó la muerte de Mafalda porque se venía a pique la monarquía y no convenía hacer a una Saboya mártir de nada.
Entrevista de Máximo Soto
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