Belén Blanco, una animalidad entre dolorosa y poética
La autora y directora presenta "Clandestina", sobre una mujer que fue victima de abuso e intenta reconstruir su pasado tras abortar en condiciones precarias. Se presenta en el Teatro San Martín hasta fin de septiembre.
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“Escribo historias fuertes que son comunes en series pero hay que digerirlas una hora en teatro donde no hay escapatoria. Uno se pregunta quién vendrá a ver esto tan doloroso, pero el público viene y agradece”, dice Natalia Villamil, autora y directora de “Clandestina”, protagonizada por Belén Blanco que se presenta esta semana y la próxima en la Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Cuenta con música original de Guadalupe Otheguy, quien también será la intérpreta en escena. Las funciones son de jueves a domingos hasta el 29 de septiembre. Conversamos con Villamil.
Periodista: Una mujer con un episodio doloroso que dejo su vida partida en dos, ¿de qué va la obra?
Natalia Villamil: Esta es una mujer que se hace un aborto con agujas de tejer luego de quedar embarazada de una relación no del todo consentida. Hay cierta violencia pero no es la violación clásica. Ella charla con este hombre, pero de repente se le va de las manos y no puede dar cuenta de eso. Ella es una mujer que vive en el medio del campo, en la precariedad en todo sentido, simbólica, económica y cultural, y toma este impulso que la lleva a la curandera.
P.: Resuena a la serie “Ni una más” o una de la subtramas de “Respira”, o la obra “Prima Facie”, entre tantas historias que están abordando ya no la violación clásica sino la cuestión del consentimiento en una relación de amistad o amorosa.
N.V.: Exacto, es lo que viene pasando, y luego ella tiene un recuerdo que intenta construir luego de que su cuerpo es tomado por objeto en distintos momentos. La madre la lleva sin hacerse cargo de lo que sucede y aparece lo velado. Está la maternidad desde el no deseo de ser madre y su madre que no pudo acompañar.
P.: La novela en la que se basa la obra la escribiste en 2020, cuando se trataba la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
N.V.: Sí, en el libro lo dejo más claro, donde marco que fue un abuso. Trabajamos con Belén la escena en que la protagonista gusta de ese hombre, lo conoce, bailan, toman vino, charlan, y llega como un arrebato. Es más interesante porque es muy común esto que pasa cuando la mujer no sabe o no puede decir que no. No encuentra las herramientas, está el que hay que hacer lo que hay que hacer, si estás charlando no queda otra que terminar teniendo relaciones. Ella se reía y la pasaba bien hasta que se le va de las manos, de manera abrupta y no sabe qué hacer frente al no cuidado, así queda embarazada y no entiende por qué.
P.: En su última obra, “Rota”, abordaba la violencia, el femicidio desde la óptica de una madre. ¿En qué se emparenta con esta obra?
N.V.: La siento muy cerca en la escritura, hay lenguaje crudo y poético, porque cómo contar, es difícil para el espectador verlo. Son dos intérpretes, en Clandestina, que transmiten crudeza. Si bien ambas son descriptivas, hay un lenguaje poetizado para poder ser dicho y tolerado, porque son muy duras las dos obras. Hay algo del tema en las series, el cine, más abordables, porque se interrumpe si es necesario, en teatro es la actriz sobre el escenario durante una hora y hay que poder digerir lo que dice. Uno se pregunta quién vendrá a ver esto tan doloroso, y el público viene y agradece. Es un monólogo pero donde se construyen otros personajes, son voces olvidadas, que no son visitadas.
P.: Se instala la tendencia de la mujer en el centro de la escena, hay varios unipersonales como “Alma Mahler”, “Animal humano”, y tantas otras, con temáticas de género y feministas, ¿por qué?
N.V.: Hay un animarse a hablar de estos temas desde 2015 en adelante, con masividad y como fenómeno. Eso salpica la cultura. Antes había una o dos de estas obras. En cuanto a los monólogos, se afianzaron desde la pandemia en que no podíamos juntar gente a ensayar, y por las condiciones actuales económicas de producción es más viable llevar una obra a escena con menos actores.
P.: ¿Cómo trabajaste el pasaje del texto al escenario?
N.V.: Belén es una intérprete que sabe mucho de teatro, de texto, de puesta, tiene mucho conocimiento y nos pudimos transformar en un par creativo. Al ser un monólogo narrativo costaba porque siempre las obras están en situación, en cambio narrar la historia es difícil, los actores tienen la concepción de estar siempre haciendo algo, sienten que sentarse a narrar la historia es complejo. Se nos iban los ensayos charlando, pero era necesario para construir vínculo y empecé a tomar decisiones que tenían que ver con lo que mostraba ella con su cuerpo. Tiene una fisicalidad muy precisa, había algo que planteaba desde lo corporal que se alejaba de lo constumbrista. Hicimos un híbrido entre el teatro, la actriz quieta y los movimientos corridos. Hizo una composición danzística que la aleja de lo literal.
P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?
N.V.: Hay obras que funcionan y artistas que trabajan pero no es lo representativo de lo que sucede. En mi caso me siento agradecida, pasé por el Cervantes ahora el San Martín pero trabajo hace más de 15 años en el circuito independiente autogestivo. Y está cada vez más complicado por los costos y la gente que no puede gastar. Hay condiciones de producción complejas y es difícil modificarlas. Los actores entonces trabajan de otra cosa y para elegir hacer teatro hay que organizar la logística para salir de casa a trabajar sin cobrar. Naturalizamos la manera de trabajar así en el teatro independiente, por eso en España ya no existe ese teatro.
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