10 de octubre 2001 - 00:00

Bocca, un virtuoso también en tango

El título mismo del show «Bocca tango en el Maipo» define cuáles son sus componentes básicos. Julio Bocca, el mejor de los bailarines clásicos de su generación; el tango, una danza folklórica urbana que es emblemática de los argentinos y el Maipo, un ámbito teatral que no lo es menos para el arte popular.

El espectáculo, muy bien vestido e iluminado, consta de 22 cuadros divididos en dos partes, con secuencias bailadas y momentos vocales e intrumentales.

Lo que salta a la vista desde el comienzo y que no deja de asombrar en ningún momento es la integración perfecta entre la depuradísima técnica clásica de Bocca con el tango, que en lugar de aparecer como manifestaciones antagónicas del baile se ven conformando un universo singular y propio.

La síntesis y la fuerza de ambos géneros se concretan en imágenes que mezclan el pasado y el presente, lo sagrado y lo profano, la poética sublime y la atmósfera marginal que es patrimonio de la expresión tanguera. Si bien el show es bello y da lucimiento a los dos cantantes, los instrumentistas hasta los seis bailarines acompañantes, lo más relevante, el nudo, el eje del todo está en Julio Bocca. Su arte de seducción a través del movimiento posee dos instantes clave: dos solos, uno ya conocido y otro nuevo en los que se manifiestan la habilidad y la excelencia de los diseños de Ana María Stekelman, que quizás como nadie en el medio coreográfico argentino ha comprendido la correspondencia sensible y constructiva de los diversos estilos dancísticos elaborando una forma nueva que contiene lo clásico, lo contemporáneo y el tango.

Soliloquio de la mesa sobre el «Invierno porteño» y monólogo de la escalera según «Años de soledad», del infaltable Piazzolla, configuran dos joyas únicas del misterio tanguero, de la soledad ontológica, de la pasión solitaria y del impecable rango artístico que hacen posible la expresión de la tragedia internalizada por el agonista Bocca, mediada a través de la riqueza del gesto, de la sinuosidad del movimiento, del desplazamiento del aire, la tierra, los flancos y de la gravedad de un sentimiento bailado como pocas veces es posible apreciar.


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