26 de diciembre 2003 - 00:00

Buenas actrices animan film sencillo y grato

Escena del film
Escena del film
«Las mujeres verdaderas tienen curvas» (Real Women have Curves, EE.UU., 2002, habl. en inglés y español). Dir.: P. Cardoso. Guión: J. López y J. LaVoo. Int.: A. Ferrera, L. Ontiveros, I. Oliu, G. López, B. Sites.

E n la línea de películas como «Mi gran casamiento griego», este film muestra las dificultades que tiene una joven hija de inmigrantes mexicanos, nacida en EE.UU., con las tradiciones y creencias de sus mayores.

El título viene a que Ana, la protagonista, es una chica de carnes generosas que se lleva bien con dichas carnes, aun cuando su madre le escupa la palabra «gorda» a la menor provocación. A decir verdad, no hace falta provocación alguna para que esa matriarca despótica (se supone que a causa de sufrimientos propios) recuerde a su hija de todas las maneras posibles que no cubre ni de lejos sus expectativas. Pero, cuando Ana demuestra que además de exuberante es inteligente ganándose una beca completa para ir a una universidad estadounidense top, la respuesta materna es no, so argumento de que «Yo trabajo desde los 13 años. Ahora es tu turno», mientras cuelga a San Antonio de cabeza, a ver si tiene más suerte con «la gorda» que con la hija mayor, una «solterona» que pasó los 30. De modo que Ana tendrá que trabajar en el taller de costura de su hermana, donde entre un puñado de empleadas revista también la madre, siempre ejercitando su lengua viperina y una actitud vigilante que, no obstante, Ana evade para iniciarse sexualmente con un chico norteamericano que la encuentra hermosa.

Igual que «Mi gran casamiento griego» esta película sin otro conflicto que las peleas de Ana con su madre y su deseo de torcer su destino, está basada en una obra teatral, lo cual se nota, pero no llega a molestar. Hay por ahí algún intento de apunte social (el taller produce vestidos a 18 dólares que después se venden a 600) y también algún desliz de libro de autoayuda para anoréxicas que se compensa con humor. Es un film, en definitiva, cuyos premios en festivales suenan algo exagerados, pero que se ve con agrado por su frescura y, sobre todo, por sus buenas actrices: la impagable Lupe Ontiveros que hace una verdadera creación en el papel de la madre; la encantadora debutante América Ferrera ( Ana) e Ingrid Oliu (la hermana).

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