10 de octubre 2001 - 00:00

Con buena "Giselle" el Colón siguió temporada

Escena de Giselle
Escena de "Giselle"
Obra clave del ballet romántico, «Giselle» es una síntesis de las características técnicas, dramáticas y estilísticas de la época de su gestación. Grandes figuras de entonces se sumaron para dar nacimiento a la grácil aldeana que, tras su muerte, se transforma en «Willi», un espíritu nocturnal que asedia a su enamorado desde el más allá.

El poeta Theophile Gautier, el músico Adolphe Adam y los coreógrafos Jean Coralli y Jules Perrot consiguieron que la historia de amor de Giselle y Albretch se convierta en un clásico indestructible.

El Colón acaba de reponer la obra -para la novena función del Abono Oficial-según la versión coreográfica de Gustavo Mollajoli que restituye los originales de Coralli-Perrot, a los que se agregó Petipa a partir de 1884, con aportes contemporáneos pero siempre respetuoso del estilo romántico francés. Los realistas escenarios de Nicolás Benois iluminados por José Luis Fiorruccio son un aporte esencial a la plástica del espectáculo.

En el segundo acto de esta producción se vieron los mejores momentos de danza. Paloma Herrera, ya transformada de campesina en «Willi», brindó lo mejor de su trabajo con una danza sutil y de elevación, acompañada por una actitud dramática leve pero eficaz que ya había puesto de manifiesto en el primer acto.

El norteamericano Damian Woetzel fue estupendo partenaire con una técnica rigurosa y una interpretación actoral que reflejó bien el paso del joven despreocupado del primer acto al amante torturado por el complejo de culpa del segundo. El tercer vértice del triángulo, la fría y distante Myrtha, reina de las «willis», tuvo en Silvina Perillo a una bailarina excepcional, y una actriz precisa. Muy bien bailado el «Pas Paysan» por Lila Flores y Leonardo Reale.

La Compañía del Colón dirigida por
Marta García (y, sobre todo, el sector femenino) tuvo un excelente desempeño en el acto final, donde hubo disciplina y homogeneidad, en contraste con el primer acto, donde se evidenciaron debilidades en la dinámica del conjunto y una cierta parquedad expresiva, especialmente en el caso de los hombres.


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